Venían con la caña porque en la noche anterior carretearon como condenados. El tufo se sentía con cuática por todos los pasillos. Y los ronquidos, ¡ni se imaginan! Botellas de ron y pisco tiradas en el suelo. Ceniceros con colillas de cigarro, y mucho más.
De repente dos evangélicos tocaban los timbres de las casas, y en una de esas tocó la coincidencia que también llegaron a esta casa de madera. Tocan el timbre, y uno de los cabros despertó pero apenas tenía las ganas de levantarse porque bostezaba a cada rato.
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El joven, todo chasconeado, abría la puerta.
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Uno de los evangélicos:- Hola joven, muy buenos días. Venimos aquí para darle a conocer la palabra del señor.
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El joven que no era muy devoto de la iglesia, se picó un poco. Claro que por no quedar de mal educado ocultó su bronca contra los cristianos, y quiso sacarse la del pillo.
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Joven:- Oiga amigo
Evangélico:- Digame
Joven:- Y….¿que te hace pensar a vo’ que necesito escucharte la biblia? ¿Ah?
Evangélico:- El estado en que te encuentras ahora mismo
Joven:- ¿Que estado wn?
Evangélico:- Lo veo deprimido, un poco perdido por la vida, su vibra se siente hasta aquí mismo donde estamos nosotros. De repente no está demás sacar a Satanás de su camino.
Joven:- Ah….oye, ¿sabis? Voy a serte honesto contigo wn. No soy digno de que Cristo toque mi corazón.
Evangélico:- Yaa….y…..¿Se puede saber porqué? ¡Expliqueme!
Joven:- No, es que a Tatita Dios no le va a gustar nada como yo ando ahora poh’. No vis’ que estoy hediondo, recién levantado, con tufo en la boca, ni siquiera me bañé, tengo hasta la barba desordenada y todo chascón ¡Aqui me vis poh!. Deja bañarme primero, y hablamos ¿Vale?......... ¡Chao!
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