Columna de opinión: La crítica a una elección vacacional. Amigos vs. Familia

Texto enfocado a los hombres casados y jefes de hogar 

Las vacaciones, ese anhelado respiro del ajetreo diario, nos invitan a reflexionar sobre la vida en pareja y el rol del jefe de hogar. 

El ciclo de un hombre casado a menudo se inicia con un idílico enamoramiento, que con el paso del tiempo puede llevarlo a una rutina de responsabilidades y, en algunos casos, a un agotamiento emocional (posible razón para que en el momento menos pensado conozca "una amante"). Es en este punto cuando la monotonía puede ser predominante, haciendo que algunos hombres busquen refugio en sus amistades, dejando de lado a su pareja.                       

Esta dinámica, que puede ser interpretada como un reflejo de actitudes machistas, no solo descuida la relación, sino que también puede tener consecuencias dolorosas, como el distanciamiento que lleva a la mujer a buscar compañía en otros espacios (o también que ésta decida separarse pero no precisamente por infidelidad, sino más bien por estar cansada y aburrida de lidiar con los momentos más críticos de la borrachera: vómitos, encontrarlo durmiendo en el suelo de la calle, llegar hediondo con "el tufo" tras regresar de la bodega, etc.). 

 Sin embargo, las vacaciones son una oportunidad invaluable para revertir esta situación. Un simple paseo dominical por la playa, el parque o el centro comercial; o una cena especial, pueden ser el punto de partida para reconectar. Y qué decir de un viaje más largo, una escapada de varios días a otra región, un tiempo dedicado enteramente a la familia para nutrir los lazos. 

Contrariamente a esta visión, existen hombres que, en lugar de planificar actividades familiares, optan por destinar su tiempo libre a sus amigos. Ya sea en reuniones improvisadas en una botillería, compartiendo el día en un campo de rodeo o invitando a un amigo a la casa, estos hombres prefieren satisfacer sus propios deseos, a menudo ligados a vicios o a la búsqueda de una camaradería masculina, dejando de lado la oportunidad de crear recuerdos con su esposa e hijos. 

Esta conducta, a veces egoísta o machista, relega a la familia a un segundo plano, desaprovechando la posibilidad de gestos tan simples pero significativos como una cena especial o la compra de una bebida y golosinas para los niños. En lugar de ser el motor de la diversión familiar, el jefe de hogar se convierte en un agente de distanciamiento, ignorando que el verdadero crecimiento de la familia se encuentra en el tiempo de calidad compartido.   

Las vacaciones representan el momento ideal para que las familias se revitalicen, para romper con la rutina y fortalecer los vínculos. Un viaje de varios días, quizás a un parque nacional o a un destino que permita la aventura, es una excelente forma de recargar energías, especialmente para un jefe de hogar que ha trabajado arduamente para proveer. La inversión de tiempo y dinero en experiencias familiares no es un gasto, sino una inversión en la felicidad y el bienestar de los seres queridos. Estas experiencias compartidas no solo crean memorias duraderas, sino que también refuerzan la idea de que la familia es la prioridad, un mensaje poderoso que resuena mucho más allá de los días de descanso.                       

  En última instancia, el enamoramiento inicial en una pareja debe evolucionar hacia un amor incondicional con el paso del tiempo. Las vacaciones son una prueba de fuego para este amor. 

Es curioso cómo algunos hombres priorizan a sus amigos, cuando la lealtad de la amistad es a menudo frágil y poco confiable. A diferencia de los amigos, que no tienen la obligación de ayudarnos cuando lo necesitamos y que, en ocasiones, pueden ser traicioneros, la familia representa un refugio de amor y apoyo incondicional. 

Tengan presente algo. Si alguien cree, que porque otra persona le acepta la invitación a compartir juntos una "cañita de vino" dentro de alguna botillería, y cree que bastaría eso para ser automáticamente EL MEJOR AMIGO. ¿Es realmente así? Pongan en duda ese concepto, ¡miren! muchas veces se comparte en una discoteque como un pretexto para beber alcohol (o desconectarse después de una intensa y tediosa semana laboral), pero bien decimos que en estos tiempos la cantidad promedio de amigos que puede tener alguien es contada con los dedos, ya que la amistad va mucho más allá de vivir el goce y tomar, es estar dispuesto a tenderte la mano en las buenas y en las malas. ¿Acaso el parroquiano va a estar ahí, cuando pases por el peor momento de tu vida? ¡Piénsenlo! 

Invertir en la familia durante las vacaciones no es solo una elección, es un compromiso con el futuro y la felicidad de quienes nos acompañan en este viaje llamado vida.