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lunes, 15 de marzo de 2021

Obra teatral: SEGUIMIENTO

Ernesto (El persecutor) manejaba
un auto blanco Hyundai 
Hasta el año 2019 (antes de la pandemia por Coronavirus) todos saben y “de cajón” que la vida era algo más normal ¿¡No cierto!? ¡Pues bien! En cada fin de semana era muy común ver, como hombres poblacionales se juntaban todos los sábados y domingos para compartir un poco. Muchos frecuentaban entrar a las bodegas, botillerías y cantinas, no sólo para ver partidos de futbol del campeonato nacional.

Las bodegas son aquellos lugares donde los hombres van a tomar (beber) y compartir. El tipo de público que acude a dichas partes suelen ser (en su mayoría) “caballeros” mayores, de entre los 35 a 60 años aproximadamente. Es una mezcla entre lo urbano y folclórico, aunque también funciona como un rincón de amigos como si todos los que acuden allí se conocieran de toda una vida.    

Los grupos de amigos se juntan en las bodegas 
Por lo general son jefes de hogar quienes entran a compartir y beber en las bodegas, hombres pueblerinos, provincianos (aunque urbanizados y algo aspiracionales), con formación machista. Aunque quienes tienen 40 años (o menos) lo que menos demuestran es esa cosa folclórica que era típica de los pueblos chicos hasta la pasada década de los 80’s, muchos de ellos tienen pinta de “barristas”.  


El producto más vendido en las bodegas:
la cerveza.
ADENTRO DE LA BODEGA. 

Quienes tengan la oportunidad de entrar a dichas bodegas pueden encontrar una fachada aparente donde se puede apreciar al cajero ¿¡No es así? ¡Bien! Por lo general a un rincón de esa mesa hay un pasillo que conduce hacia el patio de la botillería. Ese es el rincón donde los grupos de amigos se juntan para compartir, “echar la talla” y beber sus buenas botellas de cerveza.

Quienes no tengan la costumbre de ir a estas bodegas (cada domingo por la tarde) creen que el lugar es solo un hall pequeño donde los clientes beben cerveza junto al cajero, pero eso es sólo la punta del iceberg. Gran parte del terreno ocupado no está allí, sino que en el patio. Como se les indica, el pasillo conecta a la pieza del cajero con un extenso patio. Allí casi parece que estuviéramos en el campo.  

El interior de una "bodega" 
(El patio).
Allá en el patio (al fondo) hay una pequeña casita trasera, que consta de tres piezas. Los primeros dos cuartos cercanos son rincones techados, y allí en cada uno de dichos lugares hay televisores noventeros conectados con antenas de DirecTV (Televisión Satelital). En la otra pieza del rincón se ve más bien como un espacio abierto. Y es allí (en este último lugar) donde vemos a un hombre solitario, pensante y afirmándose a la pared. Aparentemente “flaite”.

De repente al flaite le sonaba su Iphone (Teléfono móvil). En realidad no lo llamaban por teléfono, sino que le había llegado su mensaje de Whatsapp. En todo momento estuvo en silencio, sin compartir con nadie de los que también tomaban adentro de la bodega. Siempre con un aspecto fastidiado, serio, parco, algo frívolo. No estaba lejos de los otros “tipos” que allí en la botillería “compartían cahuines[1]” (rumores) con los amigos.

El hombre metió una de sus manos a uno de sus bolsillos, y pescó (sacó) su Iphone. Mientras se sentía un fuertísimo olor a tufo (vino) adentro de esta bodega, prendió su aparato y miró el Whatsapp. Al final se dio cuenta que un hombre tránsfugo a quien le trabaja de forma “Freelance” era quien le había escrito un mensaje, al parecer quería que el pobre “parroquiano” le hiciera un nuevo trabajo sucio. Un trabajo oculto, ilícito y clandestino al que se dedicaba este pueblerino.

El que la lleva escribió:
"Oye. Quiero que le hagas un SEGUIMIENTO
a tal personaje" 
EN EL CELULAR:

Richy (La mano negra, escribiendo por Whatsapp con tono déspota y autoritario):- “¡¡Oye!!... ¡Quiero que le hagas un seguimiento a tal personaje!”-

-

AL SEGUNDO:

Después de leer el mensaje, mueve su cabeza algo saltón y con el fin de mirar hacia su entorno, miró por los dos lados. En realidad este flaite no quería que lo vieran comunicarse con este “pescado gordo”. Afortunadamente (para él claro) estaba un poco más arrinconado adentro de la cantina. Aunque ¿¡la verdad!? Nadie de quienes también bebían tenía siquiera algún interés de involucrarse en los mensajes confidenciales que le llegaban a este “roto cincuentón”.    

Ya después de asegurar que nadie lo estuviera viendo, volvió a pescar su Iphone para mandarle respuesta a su “patrón mafioso”. Ingresó a la aplicación de Whatsapp, y presionó el botón para grabar su mensaje.

GRABANDO….

Ernesto:- (Escéptico)“¿¡YaaaaAAAAAAA!???.....¿¡Y se podría saber de cuanto estamos hablando!?”-         

Después de grabar su mensaje de voz, lo envió a su patrón.

ENVIANDO.

De repente se le acerca Jorge, un amigo de esta taberna.

Jorge:- (Apurón) “¡Oye hermano! ¡Ya poh’! ¡Va a empezar el partido!”-

Ernesto:- (Estorbado) “¡Ya voy huevón!”-

Y cuando Ernesto se dispuso a compartir con los otros “curaguillas”, le vuelve a sonar el Whatsapp desde su Iphone. Sin ir al cuarto donde está el televisor, siguió en ese rincón opacado de la bodega de donde aun no se mueve. Pesca su Iphone, porque al parecer su patrón le volvió a enviar otro mensaje.     

Richy:- (Negociante) “¿700 lucas[2]? ¿Te tinca? ¡¡Pero hace la pega si poh’!!”-

Ernesto:- (Confiado) “¡Trato hecho!”-

DÍAS DESPUÉS….

Rubén (de unos 33 años) caminaba por las calles del pueblo, y en la vereda donde pasaba habían hartos locales comerciales: talleres mecánicos, restobares, etc. Caminaba tranquilo, disfrutando de la vida, aparentemente satisfecho, pleno. Su presencia por la calle era algo estable, quien a ojos del resto de los transeúntes podía verse radiante, empoderado y feliz.

Minutos después, Rubén estaba por llegar a la esquina con la calle “San Eugenio”. De lejos se encontró con Diego, un primo a quien le tiene mucha estima. Justo en ese rincón donde opera una pescadería, y más de algún prostíbulo en los departamentos aledaños, se veía también a un pastor evangélico predicando la palabra de Dios. Era un sector bien movido y agitado la verdad.

Rubén le empieza a gritar a Diego, para saludarlo.

Rubén:- “¡¡Buena poh’ chororoy!!”

Diego:- “¡Buena perrín! ¿¡Cómo estamos papáa..!?”

Rubén:- “¡¡Aquí poh’ huevón!! ¡Anoche dejé contenta a mi polola!”

Diego:- “¡¡Guaaaa..!! ¿¡La dura!?”

Rubén:- “¡Si poh’! ¡Pero un caballero no tiene memoria!”

Diego:- “Ja ja ja ¡Bueeena máquina! ¡¡Te pasaste huevón!! ¿¡Quien como tú Ruben!? Ja ja ja ja ¿¡Quién como tú!?”

-

Todo bien ahí, ¡por el momento!

Mientras Rubén y Diego platicaban en la esquina. Algo ocurría en la otra cuadra. Pasa que Ernesto estaba a varios metros de distancia, sentado en la comodidad de un auto blanco (y nuevo) marca Hyundai. El flaite tenía sus binoculares para monitorear a sus víctimas. En todo momento se veía concentrado, observando cómo los dos amigos compartían aparentemente felices.

Ernesto  seguía mirando fijo con sus binoculares. Lucía un jockey de color blanco, estampado con la marca “Adidas”. Además vestía casaca-polerón y cuyo cierre le llegaba hasta su mentón. El auto blanco que manejaba se veía nuevo, algo contradictorio si el conductor era un poblacional. Cabe preguntarse, ¿hay que ser ABC1 hoy en día para manejar automóviles del año?      

Luego se saca los binoculares de los ojos, pero los sigue llevando en una de sus manos. Mientras que con la otra se tocaba la frente, sólo con el fin de no perder la vista a sus víctimas. Estaba en una esquina con aspecto abandonado, no muy frecuentada por la gente, sólo con el propósito de que los dos jovenes no lo sorprendan haciendo tal mafioso y tránsfugo seguimiento.

Se olvida mencionar que el flaite tenía su cabeza de la ventana (del auto) hacia afuera, aunque a la vez estaba sentado tras el volante de su Hyundai. En un momento se cansó de andar vigilando a los jovenes, y por eso entró su cabeza hacia su asiento. Seguía con los binoculares en una de sus manos, aunque ya estaba dispuesto a dejarlos encima del asiento. Siempre serio y enfadoso.

Al final el hombre coloca el objeto de “sapeo[3]” en los asientos del auto. Y con la otra mano saca su Iphone, objeto que estaba guardado en una de las carteras de su pantalón. Todo parecía indicar que Ernesto ya estaba por escribirle un nuevo mensaje de Whatsapp a su patrón. No olvidemos que este “soldado” no tiene intenciones de perjudicar a los dos jovenes, sólo hace su “trabajo” por unos pesos. Un triste muerto de hambre.

Ernesto tiene su Iphone de frente, aun sentado tras el volante del auto. Con sus dedos entra a la aplicación de “Whatsapp”, para luego escribir un nuevo mensaje a su patrón. Con tal de poder ingresar al panel de mensajes, Ernesto como muchos chilenos en pleno 2021 está todo el rato tecleando la pantalla de su teléfono móvil, hasta poder enviar su mensaje al “Manos Negras” (también conocido como el “Hombre del maletín”).

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NUEVO CHAT

Ernesto:- “Jefecito”

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¡ESPERANDO RESPUESTA!…..ESPERANDO

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Richy:- “¡PFFFFF…! ¡¡DIME!!”

Ernesto:- “Nuestro hombre va caminando con un amigo en dirección a la plaza”

Richy:- “¿¡Y qué esperas amermelao[4]’!?  ¡¡SIGUELO HOMBRE!!”

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HORAS DESPUÉS

Rubén y Diego seguían conversando mientras andaban en la calle. Aunque este último empezaba a ponerse nervioso, se dio cuenta que un auto blanco le andaba haciendo seguimiento a distancia. Esta presencia extraña le bajaba los ánimos a Diego, ya que quien manejaba el auto Hyundai (color blanco) no parecía manejar con normalidad, era un persecutor ¡y no un transeúnte común!

Así fue el dialogo (Rubén en ese momento estaba contando sobre sus proyectos):

Rubén:- (Pleno) “Y así fue como logré un ascenso en la empresa, tengo pensado comprarme una casa fuera de aquí”.

Diego:- (Temeroso) “¡Oye viejo! ¿Sabi(s)? ¡Estoy preocupado wn! De hecho, ¡estoy cagado de miedo wn!”

Rubén:- (Contenedor) “¡Calmao loco!”

Diego:- (Miedoso) “¡No lo tomí(s) a la ligera culiao!, pero…..¡alguien nos sigue atrás!”

(Justo a cuadra y media se encontraba el auto blanco en cuestión)

Rubén: (Curioso) –“¿Es un viejo como de 50 años que siempre anda pelao, y que anda así para ocultar sus canas?”-

Diego: (Algo calmado) -“Si”

Rubén:- (Empoderado) “¡Tranki weón! ¡Es mi máximo seguidor!”

Luego Rubén le habla en secreto a Diego (al oído y en volumen bajo)

Rubén:- (Sarcástico) “¡Hazte el weón no más!”

Luego se aleja de Diego, para volver a hablarle con volumen normal.

Rubén: (Picarón) –“¿O no sabes acaso que una estrella, siempre tiene sus fans?”-

Diego: (Extrañado) –“¿Ah?”-

-

DÍAS DESPUÉS  

Ernesto llega a la población donde vive Rubén, pasado la medianoche de un día cualquiera. Obviamente que manejando su vehículo blanco Hyundai, se baja del auto y camina hasta el antejardín que curiosamente no tiene rejas. Se agacha en los pastos, pegado a la muralla de la casa. Empieza a gatear por debajo de las ventanas, sólo para ver “escondido” que estaba haciendo Rubén adentro de su domicilio.

Este mismo personaje se detiene en un rincón sin ventanas, así que de repente se para ¡aunque de rodillas! Busca el Iphone en su cartera del pantalón, y empieza a ver la hora. Eran las 1 AM. Como se encontraba además en una de las esquinas de la casa, Ernesto se encontraba casi a pasos del patio. Empieza a mirar el otro lado, y se sorprende como Rubén (dentro de su casa) tiene la costumbre de trasnochar.

El otro rincón de la casa también tenía ventanas. Así fue como Ernesto al doblar en esa esquina, volvió a gatear. Estaba buscando donde lo podía observar, hasta que a distancia encuentra un agujero. El tamaño del hoyo es algo grande, así que lo atrae al momento de observar todo lo que hacía Rubén adentro de su casa. Ernesto gateaba hasta donde estaba el agujero, y allí se puso a “sapear” colocando uno de sus ojos.       

¿De repente? Algo interrumpió su intento de sapeo. Al segundo de haber puesto el ojo en el hoyo movió repentinamente su cabeza hacia la calle, emitiendo un gesto de asco (Gritando: “¡Guaaaaaa!”). Luego siente ganas de vomitar y arranca de la casa, con una de sus manos se tapa la boca y arranca hacia la calle, intentando así contener el vómito. A partir de allí abandonó para siempre la casa de Rubén.

¿Y que fue lo que vio realmente Ernesto? Pasa que minutos antes Rubén había comido pan con huevo, para luego tomarse una taza de café. Eso lo motivó a ir al baño, abrió la tapa del W.C. y se bajó los pantalones para luego sentarse en el inodoro (con los genitales colgando sobre el agua adentro de la taza). Quizás Ernesto lo pilló en el momento en que Rubén botaba sus desechos fecales adentro del sanitario. ¡CAGÓ!

Ahora se entiende porque Ernesto arrancaba a puro vomitar, si el muy “sapo” hasta se imaginaba el fétido olor que se podría haber sentado adentro del baño.


Otros relatos similares

Humor - "En la pata de los caballos"

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[1] Cahuín = Rumor.

[2] 700 lucas = $ 700 mil pesos chilenos, un valor considerado “mucho dinero” (2021).

[3] Sapeo: (Chilenismo) Espionaje, persecución, seguimiento, psicopateo.

[4] Amermelao: (Chilenismo) Estúpido

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