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sábado, 23 de agosto de 2025

Columna cotidiana: El peatón que habla por celular en medio de la calle, ¿crea su propia incomodidad? ¿¡ o tiene otra intención mal intencionada !?

¿Sapo viejo? ¿O viejo sapo?
¿Cómo lo podríamos describir?
La irrupción de la telefonía móvil transformó la forma en que nos comunicamos, permitiéndonos estar conectados en cualquier momento y lugar. Un acto que se ha vuelto cotidiano en las ciudades es ver a personas detenerse en la calle para sostener largas conversaciones telefónicas. Si bien esta acción parece a primera vista inofensiva, una mirada más atenta revela una serie de incomodidades y cuestionamientos que van más allá de una simple llamada. 

Aunque en principio no hay nada de malo en hablar por teléfono en la calle, la elección del lugar es clave. Detenerse en medio de una vereda o en una esquina transitada para una conversación prolongada puede ser incómodo para quienes circulan, obligándolos a sortear al interlocutor y entorpeciendo el flujo peatonal. Este tipo de situaciones generan una fricción innecesaria en el espacio público que podría evitarse fácilmente.

Las comunas y ciudades modernas ofrecen una gran variedad de espacios pensados para el descanso y la tranquilidad, como plazas, parques, plazoletas e incluso miradores. Estos lugares son ideales para comunicarse con calma, permitiendo al usuario y a su interlocutor sostener una conversación sin el ajetreo de la calle. Al elegir estos entornos, la persona no solo gana en comodidad, sino que también evita invadir el espacio de los demás.                    

A veces, la simple imagen de alguien detenido por mucho tiempo en un barrio residencial, absorto en su teléfono, puede despertar inquietud. En un contexto de creciente inseguridad y desconfianza, un peatón que se detiene en una esquina por un período prolongado puede ser visto con recelo por los vecinos. Esta sospecha, si bien puede ser infundada, se basa en la preocupación legítima de que la persona podría estar observando el entorno con fines de dudosa reputación.

La vereda, por definición, es un lugar de paso para los peatones. Detenerse en ella por un largo rato contradice su función principal y puede generar una sensación de vulnerabilidad. El individuo que se queda estático en un lugar tan expuesto se siente observado constantemente, tanto por otros peatones como por los moradores del lugar. Esta permanente vigilancia, lejos de generar tranquilidad, puede hacer que el sujeto se sienta cuestionado, incluso si sus intenciones son inocentes.

Si bien la necesidad de hacer una llamada puede surgir de repente, la mayoría de las ciudades hoy en día cuentan con una amplia cobertura de telefonía móvil. Si la llamada puede esperar, lo más prudente es buscar un lugar más adecuado. Si la persona disfruta del aire libre, el patio o balcón de su propia casa son excelentes alternativas que ofrecen privacidad y comodidad.

La comodidad y el respeto por el espacio ajeno son elementos fundamentales para una convivencia armoniosa. Aunque la calle es de todos, debemos recordar que su principal función es el tránsito. Para una conversación fluida y relajada, los espacios verdes o incluso la calidez de un hogar son opciones mucho más sensatas que una esquina concurrida.

Elegir un lugar apropiado para hablar por teléfono no es solo una cuestión de etiqueta, sino también de seguridad y bienestar. Evitar la vereda como un punto de encuentro telefónico y optar por los espacios destinados al ocio y el esparcimiento contribuye a un entorno más tranquilo y seguro para todos.

En un mundo donde la conectividad es constante, es importante recordar que la privacidad y el respeto por el entorno siguen siendo valores esenciales. La próxima vez que necesites hacer una llamada, recuerda que hay lugares mucho más acogedores y respetuosos que una concurrida vereda.

En conclusión, la costumbre de detenerse en la calle para hablar por teléfono, si bien es común, nos invita a reflexionar sobre la importancia de la conciencia espacial y el respeto por los demás. Un pequeño gesto como buscar un lugar más adecuado para una conversación puede hacer una gran diferencia en la calidad de vida de la comunidad.

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