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miércoles, 20 de diciembre de 2023

Cuento: El conductor trasnochador

 

Era una noche oscura y fría. Un auto viejo y sucio circulaba lentamente por las calles del barrio. El conductor era un sujeto de mal aspecto, con una barba descuidada y una mirada perdida. Llevaba una gorra negra y una chaqueta de cuero. No parecía tener un destino fijo, solo se limitaba a recorrer las casas una por una, como si buscara algo o a alguien.


Los vecinos lo habían visto varias veces, pero nadie se atrevía a acercarse o a llamar a la policía. Algunos pensaban que era un ladrón, otros que era un espía, y otros que era un loco. Lo cierto es que nadie sabía quién era ni qué quería.


Lo que los vecinos ignoraban era que el sujeto tenía una razón para hacer lo que hacía. Hacía diez años, había vivido en ese barrio con su esposa y su hijo. Eran una familia feliz, hasta que una noche, un incendio arrasó con su casa y se llevó la vida de sus seres queridos. El sujeto logró escapar, pero quedó marcado por el dolor y la culpa. Desde entonces, vagaba por el mundo sin rumbo, hasta que un día, decidió volver al lugar donde había sido feliz.


Pero al llegar, se encontró con que todo había cambiado. Su casa ya no estaba, y en su lugar había una nueva construcción. Las demás casas también habían sido remodeladas o reemplazadas. Los antiguos vecinos se habían mudado o fallecido. El barrio que él conocía ya no existía.


Sin embargo, él no podía aceptarlo. Se negaba a creer que todo lo que había amado se había ido para siempre. Por eso, cada noche, salía a manejar por el barrio, esperando ver algún rastro de su pasado, alguna señal de que su familia aún estaba ahí. Pero nunca encontraba nada, solo el vacío y el silencio.


Así pasaban sus días, entre la nostalgia y la desesperación, sin saber que su presencia causaba temor e intriga entre los nuevos habitantes del barrio. Nadie se imaginaba la triste historia que se escondía detrás de aquel sujeto que andaba manejando en auto a altas horas de la noche sin parar.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Que buen relato. Reflexivo.