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lunes, 17 de noviembre de 2025

PRESIDENCIALES 2025. El Terremoto Político de la Primera Vuelta: Un Mensaje Claro de la Ciudadanía Desencantada

KAST prometer aplicar AUDITORÍA,
si logra ganar la Segunda Vuelta de Diciembre próximo
      El resultado de la primera vuelta presidencial del pasado domingo 16 de noviembre de 2025, con la contundente votación que empujó a Jeannette Jara y José Antonio Kast al balotaje, ha provocado un quiebre en el panorama político chileno, confirmando una vez más el profundo desencanto de la ciudadanía con el statu quo. La acumulación de más de un millón de votos para cada uno de los cuatro candidatos de la derecha es un fenómeno que la élite política, particularmente la de izquierda, ha tardado en digerir, interpretándolo a través de lentes que parecen desfasados de la realidad.

Uno de los motores principales detrás de este vuelco electoral es, sin duda, un presunto voto de castigo contra la administración del actual gobierno de Gabriel Boric. La gestión del Ejecutivo se ha visto manchada por una serie de controversias que incluyen casos de corrupción, presuntos sobresueldos de funcionarios y operadores políticos, una galopante crisis de inseguridad ciudadana con graves hechos de delincuencia, un aumento en la cesantía, y la percepción generalizada de que ha habido una instrumentalización partidista de espacios del Estado. A esto se suma la lenta respuesta a damnificados de catástrofes, como los incendios forestales en Valparaíso en 2024, y el doble discurso que muchos ciudadanos ven entre el Boric opositor y el Boric presidente. Todo esto converge en la sensación de que el gobierno no está sintonizando con las necesidades y urgencias de una parte considerable de la población.

A este factor se añade una creciente decepción respecto a los propósitos reales del Estallido Social del 18 de octubre de 2019. A medida que el tiempo avanza, la tesis de la espontaneidad del descontento inicial ha perdido fuerza, y la población parece estar reevaluando el caos y los disturbios que se sucedieron. La gente no quiere un continuismo; existe una necesidad imperiosa de que se concreten cambios profundos, especialmente ante la crisis de inseguridad que golpea al país. La candidatura de José Antonio Kast, que se erige en segunda vuelta como el abanderado de la Oposición, es el reflejo más claro de esta necesidad de cambio. Gran parte de la población, cansada de la delincuencia, estaría incluso dispuesta a sacrificar supuestos derechos y tolerar controles más estrictos en la vía pública, siguiendo modelos policiales como los de El Salvador o Ecuador, con tal de recuperar la tranquilidad y el orden.

El fenómeno de Franco Parisi es una pieza clave en este rompecabezas. Aunque se le asocia a una nueva centro-derecha liberal, su éxito se fundamenta en la capacidad de convocar al votante no ideologizado y al ciudadano descontento con la élite. Sus más de dos millones de votos son un elocuente tapaboca para quienes, desde la izquierda, lo han ridiculizado con soberbia, sin comprender la magnitud de la frustración que canaliza.                                       

La actitud de la izquierda tras la derrota ha sido un eco frustrante del pasado. Se repite el patrón del plebiscito de 2022, donde se optó por el argumento de que la gente cree "en mentiras", en lugar de asumir la responsabilidad por la falta de escucha y la desconexión. La superioridad moral ha sido uno de los defectos retóricos más persistentes de la izquierda en este tiempo, evidenciada en mensajes públicos de X que buscan rotear y descalificar a los votantes de otras opciones. ¿Cómo responder a la sorpresa de la izquierda ante la disposición de la gente a "arriesgar logros" como las 40 horas? Sencillo: la gente está pidiendo un cambio de modelo que aborde los vicios que, lamentablemente, tanta democracia ha traído consigo, incluso desde los tiempos de la Concertación. Los votantes de Kast, Kaiser, Parisi y Matthei no están pidiendo más de lo mismo.

Finalmente, es crucial entender que el arraigo del discurso del 11 de septiembre de 1973 ha perdido fuerza en el presente porque las prioridades han cambiado: muchos han perdido familiares a manos de delincuentes, lo que genera una desconexión entre la preocupación por la historia política lejana o conflictos internacionales (como Palestina) y el drama que se vive en el aquí y el ahora. Si la izquierda sigue en carrera con Jeannette Jara, necesitará sacarse prejuicios obsoletos sobre Kast. Existe un temor real en el oficialismo de que el republicano aplique auditorías a los recursos del Estado y reduzca el gasto fiscal en cargos innecesarios, medidas que la ciudadanía clama y que cambiarían el modelo. Espontáneamente, los acontecimientos y las nuevas necesidades de la población indican que los cambios de etapa son necesarios, y la voz de la ciudadanía, con su voto por la derecha, ha sido un mensaje claro e ineludible.

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