Alza en las bencinas, estacionamiento en el centro de la ciudad, seguros y los permisos de circulación.
Además del estrés que tiene el conductor, con tal de que no le roben su auto. O bien, por la enorme congestión vial cada vez que de la pega deba llegar a su hogar.
Obviamente
que un adulto tiene muchos sueños, como tener su casa propia o formar una
familia. ¿¡No cierto!? También lo es adquirir su propio autito. No lo vamos a
negar, pues manejar su propia joyita te facilita la vida en muchos aspectos,
sobre todo si día a día necesitas moverte camino al trabajo.
Sin
embargo, a todos nos pasa que cuando adquirimos un producto costoso, y después de
haberlo deseado tanto, nos encontramos (a los 3 o 4 días) con los primeros
acontecimientos que opacan ese brillo en los ojos, aquel que mostramos después
de haber comprado el objeto.
Tener un auto te implica lidiar con otros gastos posteriores, y no solamente con las lucas que has invertido al momento de comprarte uno (independiente si lo compraste al contado, o pagando “con letras” ¡mes a mes!). ¿Cuáles son esos gastos? La bencina, el estacionamiento donde sueles guardar tu vehículo en las calles céntricas de la ciudad (al menos si tú pretendes protegerlo de algún robo), los seguros y los permisos de circulación. ¿Para qué decir en caso que necesites algún repuesto? ¿¡Se fijan!?
No
nos olvidemos que uno de los problemas más recurrentes de la sociedad chilena
(en el plano económico) son las constantes alzas al precio de los combustibles.
Una medida que no deja de ser corrupta, este plan fue instaurado por el
dictador Pinochet (a mediados de los 80’s) y con el fin de costear los daños
producidos por un Terremoto del que ya prácticamente todos nos olvidamos.
Piensen que transcurrieron 36 años desde dicho acontecimiento sísmico en San
Antonio, y hasta la fecha se sigue cobrando el famoso “IMPUESTO A LOS
COMBUSTIBLES”. Es entendible la cantidad de quejas y reclamos en la gente por
lo caro que es echarle bencina al auto.
Quizás no todos estén de acuerdo, pero esta publicidad de incitar a la gente (siquiera) “desear” un automóvil tiene su letra chica. Pues además de los gastos que debes tener para darle vida a tu joyita, se suma el estrés por dos razones: Procurar que no te lo roben en la noche (si es que no tienes antejardín), y lidiar mas encima con los mas lateros tacos en la calle cada vez que desde el trabajo regreses a tu casa.
Si
ya tienes tu auto en este minuto, ¡pregúntate! ¿Eres feliz en este momento con
tu vehículo? ¿Cuánto podrías ahorrar si no lo usaras todos los días, y si en un
momento dado prefieres tomar la micro?
El
“materialismo” NO LO ES TODO EN LA VIDA.
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