Una historia basada en un hecho real.
Han pasado algunos años después, era invierno de 2006. En ese año Mekano seguía siendo un imperdible en los televisores de los jóvenes poblacionales. Estos cambios sociales en las mentes de quienes hoy tienen 27 años se producen por cada casa y cada televisor, por cada pendejo viendo a la Chabe mostrando sus senos artificiales.
Víctor Ortaly hoy es una calle pavimentada, pero en el 2006 aun era una calle de tierra en una de las puntas de las colinas ocupadas por el poblacional y populoso sector de Cerro Verde Alto, literalmente es una calle sin continuidad porque “arriba” puedes llegar a esta desde el camino Viejo (en realidad se llama Calle Los Olivos, pero la conocen como Camino Viejo porque hace 100 años fue un camino rural que conectaba Penco con Lirquén), y “abajo” casi se conecta con la línea del tren, allí se corta la calle, en plena bajada y con vista al mar.
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Tanta gente no se veía en la calle, había, pero unos pocos que iban a comprar el pan o apurados para llegar a sus casas, era tarde y se estaba poniendo helado. Donde había un poco mas de movimiento era en cada una de las casas, la mayoría estaba en sus cocinas tomando once o viendo televisión, curiosamente en la mayoría de las casas se veían ventanas despejadas, sin cortinas, aunque cerradas y con toda la luz de la ampolleta mostraban a la calle lo que hacían en sus cocinas. Las cocinas de cada casa se veian en la calle.
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Despues de caminar por el fundo llegué a la puerta de esa casa, humeda y de madera, humilde. Toqué la puerta. Y de repente llega la Nina a abrir la puerta.
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Yo llegué a unos portones húmedos de tablas, ahí mismo en la Victor Ortaly, y cuando se hacia de noche entré. En realidad entrabas a un fundo bajando hacia el patio, vale decir, abres el portón y bajas hacia el patio, caminas hacia una casa que estaba en el rincón, un humilde rincón oculto entre los chanchos y los perros que se veian allí.
Yo llegué a unos portones húmedos de tablas, ahí mismo en la Victor Ortaly, y cuando se hacia de noche entré. En realidad entrabas a un fundo bajando hacia el patio, vale decir, abres el portón y bajas hacia el patio, caminas hacia una casa que estaba en el rincón, un humilde rincón oculto entre los chanchos y los perros que se veian allí.
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Despues de caminar por el fundo llegué a la puerta de esa casa, humeda y de madera, humilde. Toqué la puerta. Y de repente llega la Nina a abrir la puerta.
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.Nina - ¡Ah hola!
Yo - Hola Nina, ¿Cómo estay?
Nina - Bien, ¡Pasa!
Yo - ¡Vale!
Entré y me senté en el sillón del living-cocina.
La Nina me pregunta
Nina - ¿Y qué contay?
Yo - Naa, tu cachay que hace meses me cambié de casa a Conce
Nina - Ya….
Yo - Es que en mi barrio son todos fomes, muy católicos, un barrio muy ordenado, hecho de menos los tiempos de antes…(Me refería a la Poblacion Baquedano de Concepcion)
Nina - Ahhhh
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A quien engaño, llegué a la casa de la Nina pensando que con ella tendríamos onda, yo tenia 20 años y ella, no me acuerdo si 17 o 18. Queria intentar pinchar con ella, pero no resultó, al final lo que Carla me decía tiempo atrás era una pura mentira, “Que yo le gustaba a la Nina”.
Carolina Irribarra (la Nina) era una adolescente pencona de población. Morena, de estatura normal (no era tan chica), de cabello claro y piel bronceada. De un físico bastante normal, un poco ingenua y según su madre –Jacqueline Fuentes- bastante porra. Y bueno, ya que estamos en un rato de desahogos amorosos, cuando la Nina emigró a Santiago me empezó a atraer la mamá, tendrá mas de 40 pero su cintura…..bien sexy la mujer tambien.
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Las cosas jamás son a la fuerza, y con la Nina jamás hubo nada.
A la Nina la conocí cuando yo iba en cuarto medio, ella en primero. Eran mis mejores años, cuando fui pingüino e iba en el liceo, tenia un autoestima alto, sentía un gran aprecio de los mas cercanos, hasta un poco de cariño y hasta de protección. Entre 2002 y 2005 queria puro entrar a la universidad, e ironicamente aquí estoy sin salir de la carrera todavía, quizás por eso me dio lo mismo que no tuviera tantas amistades.
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La Nina se las pasaba con el grupito de amigos o con el pololo en la vereda de la calle San Vicente, al frente del Liceo Penco. Recuerdo que la primera vez que le hablé le lancé un par de tallas, había buena onda, y por esas cosas raras de la vida ya cuando salí de cuarto yo le caía mejor. Pero creo que como tenia mejor pinto, no conocía lo que era la depresión y no tenía la experiencia de vivir en un ambiente apático y parco como el de Concepción, gozaba del microclima de Penco, cuando entré a la U.de Concepción ella me tenia endiosado, me tenia respeto (Suele pasar o en pueblos campesinos o subdesarrollados intelectualmente como Penco). Respeto que perdí cuando le dije que con ella quería tener una aventura.
.Pero, ¿Qué tiene que ver esto con el famoso programa Mekano?
La Nina estaba viendo ese famoso programa mientras estaba haciendo la once, me había invitado a comer pan y tomar café minutos antes de que yo le contara la firme.
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En el living el televisor estaba en un rincón. Al otro lado se encontraba la mesa, y en el punto céntrico de la habitación estaban los humildes sillones. Habia diferencia con los tiempos de ahora, en el 2006 aun podía decirse que el pencon pobre era realmente humilde, no había tanto materialismo como ahora, y atrás del televisor estaba la pieza de la Nina, toda aglomerada por dentro.
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Ahí estaba, en la pantalla del televisor, Jose Miguel Viñuela riéndose mientras a Luciano (el mismo que siempre dice Ta vivo maruco) se manda un porrazo delante del Rony Dance en medio del skecht. Mientras la Nina me ponía la paila con huevos revueltos en la mesa del comedor, la mamá llegaba a la casa.
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Cuando la Nina ve que llegaba su mamá me hacía esperar.
Nina - Oye, esperate, viene mi mama.
Yo - Ah oka
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La mamá de la Nina venia entrando mientras iba cargada con cosas, venia de caminar un equivalente de dos cuadras desde que se bajó de la micro. La Nina la ayudaba a cargar las cosas, mientras me quedaba pegado frente al televisor.
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Lo que veía la Nina entre 2003 y 2006 era lo mismo que veian muchos jóvenes. Mekano era un programa visto por muchos jóvenes.
Hasta aquí voy a dejar de contar mis experiencias personales, conviviendo con los fans de este programa de cabaret para adolescentes.
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