En la educación superior, por cada mail redactado (que muchas veces se trata de un mensaje preciso, puntual y breve) siempre le llegan respuestas al interlocutor. Incluso cuando el funcionario o el profesor no puede cumplir con los favores. Pues alguien escribe a la espera de respuestas, y cuando éstas llegan deja algo de conformidad (y tranquilidad) al consultante.
Muchos de quienes hemos estudiado
alguna vez en la universidad (o incluso, muchos jovenes que ya cursan carreras)
podemos dar fé que en la gran mayoría de las casas de estudio el uso del correo
electrónico (o del e-mail) es muy común, usado frecuentemente para las
recurrentes consultas entre alumnos y profesores. Pero su uso es tan amplio en
la U, que también se redactan correos para mandársela a diversos funcionarios
(incluso para ver la posibilidad de solicitar audiencia con el rector, etc.). Algo
que es muy común, y que aparentemente no amerita mayor discusión.
Ahora, uno podría pensar que esto
debiera replicarse con mayor frecuencia en la enseñanza media (liceos)
entendiendo que quienes hoy en 2022 tienen 16 años prácticamente nacieron con
un Smartphone en la mano, criados con la internet ya masificada en Chile. Pero
no siempre es así, ya que el e-mail (que no es precisamente el medio de comunicación
mas vanguardista ¡que digamos!) no es una forma de comunicación habitual en
algunos estudiantes “secundarios”. O sea, pareciera que al comenzar un nuevo
año escolar no fuera comun que el profesor liceano disponga (cada uno) de su correo
electrónico laboral, con el fin de responder durante el año consultas de sus
alumnos. Como si pasa en la universidad.
Y si pocas veces le hemos sacado
provecho a la tecnología para pedir favores o hacer consultas al interior de un
liceo, se percibe otra gran diferencia en relación a las universidades. Porque
en la enseñanza media los pocos que cuentan con correos electrónicos o cuentas
de Whatsapp no acostumbran a responder cada mensaje que se les llega, ni
siquiera para decir “No puedo”. Eso podría cambiar si hubiera una política para
implementar aquello, considerando que muchas veces al escribir correos
esperamos alguna respuesta aunque el interlocutor no pueda (o incluso no
quiera) cumplir con nuestras peticiones. O sea, uno escribe el mensaje pero en
el WTSP apenas aparecen los “vistos buenos” marcados en azul (Que significa que
el receptor si leyó tu mensaje).
Ahí es cuando uno echa de menos la
universidad (En sentido irónico claro).
Ahora, implementar esta política
como es sacarle provecho a las redes sociales confidenciales (es decir, entre “contactos
privados”) sería una manera productiva de aprovechar la tecnología al servicio
de los alumnos. Esto no significa que vaya a cambiar las pautas propias de los
profesores, entendiendo que detrás de toda consulta estudiantil los límites
siempre serán las pautas implantadas a comienzos de año (Que por lo demás tampoco
son del profesor, sino que pauteadas por el Mineduc. para todo el país). Y
además permite una manera de responder personalizadamente a cada consulta,
incluso de apoderados. Aunque si bien la tecnología, derechamente internet,
está mucho más al alcance de los chilenos gracias a los sistemas prepago para
Smartphone’s pero aun hay ciudadanos que no cuentan con acceso a la red por lo
que el teléfono o la visita presencial jamás deben dejar de ser alternativa.
Pero justamente por esta masificación, los apoderados también debieran
aprovechar el mail aunque sea para saber si el profesor puede atender en
determinado horario (Consultas específicas).
Es verdad que los aprendizajes se
adquieren mejor con las explicaciones presenciales de los profesores, ya que la
comunicación verbal (junto con los gestos) logran que el alumno comprenda mejor
los contenidos. Insistimos que sin animo de cambiar las pautas impuestas por el
Ministerio de Educación, el correo electrónico debiera ser de mucha utilidad
tanto en consultas a profesores, al director, a la secretaria (para una
audiencia con el director), encargado de biblioteca, como al resto de los
funcionarios para funciones específicas.
Y aquí es cuando la tecnología si
aporta a la educación pública (escolar).
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