Pablo
(29) camina solitario y aburrido por las calles de la ciudad, en una tarde de
domingo. De repente siente que tiene sed, y se le ocurre entrar a un almacén
para beber un refresco. Al entrar al lugar lo atiende una hermosa mujer de 35
años, quien le pregunta que desea comprar. Maritxu luce pelo largo y aparenta
menos edad, tiene un parecido a una modelo de revista ABC1[1] o a una promotora de
supermercado (Ni sus pocas arrugas en el rostro opacan su encanto). La mujer
saca la bebida y la vende, el hombre se la sirve adentro del almacén (aunque a
la vez se relaja tras enamorarse de quien le vendiera el refresco). Tras
acabársela el joven le devuelve la botella y sale del negocio.
Minutos
después el hombre regresa a su casa, y al entrar a su dormitorio piensa como
conquistar el corazón de la señorita que lo atendió en el negocio.
El
hombre, pasado las 3 AM del mismo día, se concentra en el escritorio de su
dormitorio escribiéndole una carta de amor a la mujer que lo atendió.
Dos
días después, y temprano por la mañana, la mujer abría el portón de su negocio
cuando en el suelo encontró una carta. La abrió, y la iba leyendo así:
“Señorita, cualquiera
quisiera piropearla o decirle en su cara lo bonita que es, pero la respeto
tanto que por temor a ser ignorado (o recibir un “charchazo” suyo) no me atrevo
a molestarte, ni confesarte lo que siento por ti.
Aparentemente, mientras
atiendes en tu negocio, te ves una mujer sostenedora y eso me atrae mucho de
ti.
Pocos hombres valoran las
amorosas capacidades de una mujer, y yo te veo muy contenedora. Busco fuerzas
que lleguen de tu piel cuando se acaben las mías.
En el primer día que te vi
me dio sentido venir al lugar donde trabajas con el correr de los días. Eres
muy bonita.
Eres muy franca, pero más me
gusta que contigo no necesite aparentar ser otra persona o esforzarme tanto
para caerte bien. Sé que aun no doy la cara, pero de las pocas veces que te he
hablado me llevo una buena impresión de ti, pues no dudas tanto de mi como lo
hacen otras mujeres conmigo. Aceptas darme tu buena onda y simpatía.
Eres toda una dama, pero
además me encanta tu carácter. Igual tienes un bello cabello que aparentemente
es suave, quisiera acariciártelo cada vez que toco tus orejas con mis manos.
Momento ideal para besarte.
Y tu seguridad es lo más
máximo, la escucho cada vez que hablas. El énfasis con que me hablas te delata
como una mujer fuerte, reconozco que soy un poco inseguro y por eso no me
gustan las damas sumisas.
Aunque te parezca increíble,
tu seriedad me seduce y mucho.
Seré visto como un tipo
solitario por el montón, pero dentro de mí siempre he buscado una amiga buena
onda con quien compartir y conversar.
Porque mientras la mujer me
sonríe, yo al acariciarle su oreja (y su cabello) me pone muy feliz.
Y aunque peco de inseguro sé
que con tener un gran tesoro como lo eres tú me demostraré a mi mismo que sí
soy un buen amante, un buen besador.
Y espero que al hablarte te
pueda ver sonreír, porque caras alegres como la tuya me calman y me animan a
seguir batallando en medio de un mundo de obstáculos.
Te escribo porque basta
imaginarme contigo, para que esta ajetreada vida realmente tenga sentido. Y
espero que cuando estemos juntos esto también tenga sentido para ti.
En estas “fomes” tardes de
domingo espero tener a alguien con quien salir, espero que seas tú mujer
dominante.
¡Me gustas!
Tu admirador secreto”
No hay comentarios:
Publicar un comentario