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domingo, 10 de abril de 2016

Puñalada por la espalda (Cuento)

De primera la historia se narra de forma triste, pero el final es uno
de los más lindos que pueda leer.
Después de un momento de discriminación en contra del protagonista,
la única mujer que confió en él (su polola)
le da una pequeña luz de esperanza nueve años después. 
* CUENTO premiado
Obtuvo el Tercer lugar del concurso literario, convocado por el Centro de Estudiantes (CEE) de Pedagogía en Lenguaje. UCSC. Concepción, viernes 20 de mayo 2016

Puñalada por la espalda
Un relato escrito por Miguel Martínez (Miguelón). Terminado el 9 de abril (-2016) a las 21:06 Hrs.

PENCO, invierno de 2004.

Eugenio (17) se encontraba aburrido en su casa. La televisión daba los mismos programas “fomes” de siempre, mientras que las radios juveniles tocaban los mismos éxitos repetidos de todos los días. El día estaba bonito, aunque se percibía la sensación de que era un poco acido, sería porque los rayos del sol pegaban muy fuerte.

En todo momento se cuestionaba que hacer en este día. No es alguien quien acostumbre a hacer amigos, si bien siempre estuvo dispuesto a aceptar cualquier invitación (aunque sea jugar una pichanga de barrio) creyó que era mejor visitar a una compañera en el sector Vista Hermosa de Lirquén.

Aunque en realidad iba a la casa de Elisa (17) de puro interesado no más. Lo que pasa es que la mamá de la compañera (de 2º medio) prepara unos ricos panes amasados para la once, entonces Eugenio aprovecha su carisma y su buen parecido para conquistar la confianza de la señora. Aunque no es tan solo por la once, sino para gozar de una tranquilidad envidiable en los alrededores de la humilde morada.

A mediados de la primera década del Siglo XXI, el barrio de Vista Hermosa era de otra forma, aun era calle de tierra aunque ya el municipio tenía intenciones de pavimentar la prolongada y pronunciada subida. Es una de las localistas periferias de Lirquén, un verdadero límite entre las áreas urbanas y rurales ya que sus pobladores pueden darse el gusto de entrar al campo cada fin de semana. Un muy buen reponedor, para enfrentar una nueva semana. Cuando uno desde el centro lirquenino sube hacia este rincón da la impresión de caminar por alguna otra subida de Talcahuano, Valparaíso, Coronel o Tomé, pero a medida que uno sube ya las casas son más bien rusticas y sub-urbanas.

Elisa no es digamos que la típica “mijita rica” del curso, pero tenía algo que no cualquier jovencita gorda poseía: simpatía y sonrisas. Eugenio aprovechaba los mejores años de su corta vida para mantener la confianza de la compañera. Era mateo de curso, aun tenía ganado el cariño de todos los compañeros del liceo (lo saludaban por cada pasillo que caminaba), su madre hacia fiestas con sus amistades lo que le mantenía un ego elevado e incluso siempre lucia pelo corto, aspirando que en un futuro seria un joven exitoso (así pensaba), de nacimiento tuvo dotes de líder pero en el año 2004 nadie lo cuestionaba. Era un chico egocéntrico pero no tenía intenciones de generar mala onda por donde andaba, igual se le han cerrado puertas pero Eugenio no se caracterizaba por ser vengativo. Si en una parte le sonreían o lo invitaban a un buen banquete, con reggaetón en los parlantes del equipo de música, y mujeres que le hablaban, Eugenio se entregaba por completo, si el día terminaba bien su ego lo hacía sentirse… “el mejor del mundo y sin ser multimillonario”

Y decidió entonces ir a visitar a Elisa.

Es posible que Eugenio tenga mucha energía acumulada, por eso siempre camina para recorrer un trayecto de tres kilómetros.

A modo de paréntesis. Penco como es sabido es una de las comunas costeras de la Octava Región ¿no cierto? Pero como el veraneante prefiere ir a vacacionar en las playas de otras comunas está claro que ésta no siempre se ubica en el TOP TEN de los lugares por recorrer en la zona. Pero la caminata de Eugenio sin querer es un trayecto turístico.

El protagonista parte desde calle Infante, en el sector céntrico de la comuna, para caminar en torno a la costa por el malecón de la Avda. Central, la arteria que conecta a Penco con Lirquén por Cerro Verde Bajo. La ruta parte por unos metros de panorámica al mar, con una costanera poblacional que fue remodelada después del Terremoto de 2010, apta para peatones, ciclistas, incluso para conductores que quieran estacionar sus vehículos. Un rincón “piolita” para tomar fotos. Dos líneas de la locomoción colectiva tienen recorridos en este lugar, y de vez en cuando las mariscadoras dejan que sus cosechas de algas se sequen en el pavimento, bajo el sol.

Se continúa por la población de Cerro Verde Bajo, pero siguiendo derecho en la calle Central. Se entra como a una especie de colmena de abejas, y da la impresión que en poco terreno hay muchas calles, como que se entrara a otro pueblo. Se sigue derecho hasta dar con otra panorámica de mar, aunque mucho más corta que en la anterior.

Y se sigue bien derecho hasta dar con el cruce de la línea del tren, sin olvidar que al paso se ubica la Caleta El Refugio, donde los visitantes pueden disfrutar de la mejor gastronomía marina, una postal típica del lugar. Restaurantes y puestos para vender mariscos.

Al cruzar el ramal ferroviario se encuentra con una pequeña disyuntiva, que lo es para quienes no viven en Penco. ¿Seguir caminando por la línea hacia Lirquén? ¿O continuar por una subida pavimentada que está unos metros más adelante? Como la entrada al Puerto de Lirquén está a pasos de donde nos encontramos es mejor, y menos industrial, seguir por la subida de “Camino Viejo”. Se camina por unos pasajes hasta dar con un camino que va enclavada hacia un cerro…..y nos lleva por cierto al centro lirquenino, nuestro destino.

Se sigue todo el denominado “Camino Viejo” hasta dar con la plaza de Lirquén, punto donde por cierto llega el protagonista de la historia.

Retornemos a la historia.

Curiosamente a Eugenio aún le quedan energías, claro pues, si es un chiquillo alto y maceteado, de contextura gruesa parecida a la de los alemanes, aunque su tez morena no lo delata para nada como descendiente de un baviero.

De la plaza lirquenina continuó por Balmaceda hasta dar con la esquina del Terminal de Buses de la línea Ruta del Mar, cruzándose además con la Ruta 150 (Camino a Tomé). Esperó la luz verde del semáforo para que el peatón llegara a la otra vereda, y subiera hacia el sector de Vista Hermosa por una angosta calle.

Caminó casi como subiendo o escalando una montaña, “un pequeño Valparaíso” en Lirquén.  A medida que se cansaba al subir se detenía para aprovechar la panorámica al puerto de la localidad. Pasa que para ser un pueblo de apenas 10 mil habitantes tiene un recinto portuario gigantesco y con dos muelles. Los Matte (familia de alto poder en Chile) han expropiado desde la década del 80´ muchas hectáreas y a la vez eliminan los parajes naturales de los cerros, convirtiendo al lugar en uno de los puntos más pavimentados de la región.

Y siguió subiendo hasta dar con la poblacional calle Los Cipreses, punto donde termina la subida. Aunque quienes quieran seguir vagando pueden doblar a mano derecha, eso sí, continuando con un pasaje más angosto. Pero Eugenio se detuvo porque justo se encontró con Andrés (19), otro compañero de curso. Estaban en el sector alto de Lirquén y con la panorámica del puerto en frente.

El otro joven se encontraba ayudando al papá en el patio de su casa, y para entrar se baja por una escalera hasta llegar al patio, el domicilio está como inserto en un agujero, típico en las periferias biobanas.

Andrés:- (Sonriente) ¡Wena compadre!
Eugenio:- (Amable) ¡Ah! Hola Andrés, ¿en qué anday?

Andrés:- (Sociable) ¡Aquí poh!, ayudando a mi papá.

El compañero no lo invitó a pasar a la casa, prefirió el mismo acercarse a Eugenio para darle la mano. Aunque su relación con éste no es de los mejores, pues a modo de paréntesis ya habían tenido conflicto un par de veces adentro de la sala. Mientras Eugenio encontraba placer –para matar el aburrimiento- riéndose de los compañeros, Andrés en cambio respondía siendo impulsivos y es típico que en el Liceo Pencopolitano pescaba una silla para lanzársela, incluso la tiraba al suelo y delante del profesor.

Es común que se den estas hipocresías, donde durante el año se pelean más que nada, pero que al final se saludan como muy buenos amigos en fines de semana, algo bien falso obviamente. Quizás Eugenio buscaba hablarle o saludar a alguien, por eso se dejaba atropellar incluso sabiendo que Andrés lo dominaba abusando de su fuerza. De todas formas se saludaban amigablemente, extraño a simple vista ¿no?

Pero algo haría cambiar la reacción en Eugenio, después de este encuentro en “la punta del cerro”.   

Y antes de seguir con la historia es necesario explicar que existen razones del porque hoy la gente desconfía prácticamente de todo el mundo. Si bien están quienes critican esta excesivo individualismo social pensemos que muchos delincuentes han hecho daño a sus víctimas, incluso usando tácticas de convencimiento que rompen los vínculos humanos más honrados y honestos. Los charlatanes se hacen pasar por familiares, vienen los famosos “cuentos del tío”, incluso los amigos terminan siendo los cómplices de los enemigos. En Chile muchos desconfían de los políticos por ejemplo, y se da únicamente porque uno se hace expectativas de algo que al final no es.

Muchos creen que sus amigos son realmente gente con quien compartir o pasarlo bien, pero a pocos les pasa que ese “hermano del alma” puede quien sabe estar fingiendo para sacar información, y es común incluso que exista gente falsa. Mientras más grande es la ciudad es común la convivencia fingida y casi teatral, saludar por ser cortés y no por aprecio. De apariencia te digo -te quiero-, pero por detrás quisiera decirte….-me caes mal-.

Así se relacionan entre políticos. O para que un dirigente estudiantil llegue en el futuro a ser diputado, termina su carrera universitaria y aprovecha su militancia de partido para esperar que lo nombren director de un departamento gubernamental (por ejemplo, director del INJUV. Alcaldes de Penco y Concepción partieron su curriculum allí una década atrás). Luego lo ponen como candidato en tiempos de campaña, debe hacerse “el leso” con alguien superior y a quien años atrás criticó (Para tener poder hacen como que son los amigos del intendente, o del presidente de partido, puro teatro no más). Sin ir más lejos, en Chile hay parlamentarios que van de la mano con el Presidente de la República, el mismo a quien antes criticaban. Relaciones de conveniencia, pero no de amistad.

A Eugenio entonces le toca vivir experiencias que lo marcarán para toda una vida, las que en un inicio le formarán una idea germen para un posterior resentimiento. De esa sensación de derrota, frustración y fracaso al saber que muchos lo querían, quienes al final sólo buscaban humillarlo o llevarlo al agujero. Puede parecer duro, y en el liceo ningún profesor explicará que después de cuarto medio viene un mundo de complejidades. A eso le llamamos la crisis de los 19 años, una razón suficiente del porqué no conviene ser padres sin terminar el colegio.

¡Volvamos a la historia será mejor!

Los dos compañeros seguían conversando en el portón de la casa.

Andrés:- ¿Y en que anday cumpita?
Eugenio:- Voy a la casa de Elisa

Andrés:- Si
Eugenio:- Es que estaba más aburrido en la casa, no hay entretenido para ver en la tele y por eso quise salir.

De repente el papá de Andrés salía al patio, posiblemente el hombre (con perfil de obrero periférico) estaba viendo un partido del Real Madrid que para el 2004 eran trasmitidos por TV Abierta en Televisión Nacional.

Camilo (Papá de Andrés):- ¿Con quién estay?
Andrés:- No, estoy aquí con un “hue….#@€¬ñ  [1]enfermo”

¡Ego roto! Una sensación extraña tuvo Eugenio cuando su compañero lo indicaba como lo peor del mundo. Pero como Andrés no pudo percatarse de que la victima de su insulto tiene buen oído, lo escuchó todo.

Es cierto que el insultado no es como el común de la gente, pero hasta ese momento se hizo expectativas de que la vida es bella. Al final surgen los primeros síntomas de resentimiento antes de cumplir los 18 años de edad.

Claramente Andrés es un mojigato.



Nueve años después……

CONCEPCIÓN. Diciembre de 2013

            Eugenio viene de pasar siete años de trancas y fracasos, aunque el resto le hacía ver de que su presencia estorbaba o que éste era quien tenía el problema todo en realidad fue fruto de los constantes ataques o cahuines en su contra desde antes que terminara cuarto medio. ¿Puede creer que antes de entrar a la Universidad de Concepción en 2006 se empezó a creer que era un bicho raro frente a los demás? Tuvo un diagnóstico médico desde niño y se argumentó en eso con tal de generar lastima (aunque las razones no eran nada de malas), encontrar refugio, por sobre todo luchar contra la discriminación. Igual hubo gente que lo entendió pero necesitaba alguien más de piel para poder recuperar ese ego que lo mantuvo vivo.

            Pasado los veinte años, Eugenio (26) siempre tuvo problemas para conquistar mujeres pero de milagro logró conquistar a una. Tanto el protagonista como Jacqueline (26) tenían su encanto, pero ambos tuvieron un pasado en común. ¿Habrían sido “adultos índigo” o no? La cosa es que ambos tuvieron una adolescencia con barreras, con la diferencia que Eugenio pudo camuflarse o parecer alguien exitoso hasta que Andrés –que en todo caso terminó siendo un mediocre más- le destruyó el autoestima, mientras que “la Jacque” era más directa y franca para sus cosas, pues si no quería juntarse con los compañeros simplemente no lo hacía y no le daba la gana.

Antes de que ambos se conocieran, Jacqueline tuvo historias de amor frustradas y crisis que la llevaron a la depresión, pues en Eugenio encontró un refugio emocional que la animaba, fue la única mujer en dejar que el hombre se expresara de piel con ella entre besos, abrazos y caricias en el hombro. Pero lo mismo buscaba el aún joven de clase media, con un pensamiento derrotista bien desarrollado, pues quería que lo tocaran y lo animaran, si hasta se sentía “el peor del mundo” por no besar a una mujer que realmente quisiera salir con él.

Al final algo pasó en la esquina de Avenida Chacabuco con Aníbal Pinto, en el centro de Concepción, para que la luz volviera a Eugenio.

Pero antes, los dos jóvenes se encontraron en “la parada de los tontos”, así es como se le llama a la esquina de A. Pinto con Barros Arana, el kilometro cero de Conce. Eugenio la esperaba mientras Jacqueline le gritaba de lejos:

Jacqueline:- ¡Genio!

El hombre la miró para saludarla.

Eugenio:- Hola Jacque, ¿Cómo estás?
Se saludan de beso.
Jacqueline:- Bien aquí, recién llegando de la pega. ¿Vamos al Parque Ecuador?
Eugenio:- ¡Ya poh! Vamos
Caminando unas cuatro cuadras camino al parque Jacqueline le abre los ojos cuando Eugenio iba a pasar con semáforo en luz roja.
Jacqueline:- ¡Cuidado que viene auto!
Eugenio:- ¡Ay perdón! Claro, como siempre soy un triste perdedor.
Jacqueline:- ¿Podi´ dejar de auto-tratarte como te trata el resto? ¡Porfa!

Y ella fue la única quien le hizo ver que quienes opacaban tiempo atrás a Eugenio, o quienes lo trataban como alguien infantil, buscaban en el forma enajenarlo y privarlo psicológicamente de las bondades que tiene este mundo. Nadie niega que existan injusticias, porque de que las hay…..existen, pero el pesimismo y el derrotismo son sensaciones que se dan producto de cómo el entorno no se toma el tiempo para mostrarle que no todo es malo, o con dedicación decir que aun existe esperanza. Que el hecho de no ser rico o poderoso igual tiene sus bondades, y que no todo lo que brilla es oro.
Cruzaron la Avenida Chacabuco y caminaron una cuadra más para llegar al parque.
La historia termina en que ambos conversaron un rato en los pastos del lugar, Eugenio contento de lo que le dijo Jacqueline (y en estricto rigor lo esperaba de cualquier persona) se declaró, oficializaron su pololeo y se besaron. Fue la única que se enamoró de Eugenio, increíblemente cuando éste ya se había hecho la idea que era uno más del inframundo, aunque no era su peor año puesto que lo más terrible ya lo vivió algún tiempo atrás, el joven pencón ya se había acostumbrado a la idea.
El pololeo ayuda mucho al re-fortalecimiento espiritual de la persona, aunque en un comienzo y en la etapa escolar, Eugenio sólo se quería sumar al carro de los escolares que ya salían con alguna chica, se cuestionaban el porqué no lograba conquistar a una en el recreo. En ese sentido Jacqueline era una santa.
El chico antes lo tenía todo: una familia que lo quiere, permisos incondicionales para salir en fines de semana (aunque debía llegar temprano eso si a casa), un buen dormitorio y TV para distraerse, muy católico en la adolescencia (pero se pone rebelde a causa de lo poco amable o humanitario que se ha puesto su entorno, con el correr del tiempo), paseos a las playas de Tomé cada cierto tiempo, el cariño de los compañeros de curso, si hasta fue electo dirigente del Centro de Alumnos. Lo único que le faltaba era una polola con quien salir, de ahí empezó a sentirse mal, mientras corría el tiempo se auto-sentía como un ser incompleto. El ego lo empieza a perder en 2006 por dos razones: Prejuicios con discriminación hacia su forma de ser, y la larga espera por besar a una mujer.
En una relación de pareja hay caricias, besos (en los labios), conversaciones sobre temas que comparten, caminatas por el parque, miradas, silencios románticos en el momento y las inolvidables manos tomadas. ¿A quién no le gustaría salir al Parque Ecuador bajo un día nublado y salir juntos de la mano? Es aquí donde entre ambos se aconsejan, afortunadamente Eugenio nunca perdió el don innato del líder, concretamente en este caso, el de aconsejar al otro. Aunque bien se dice que en Chile muchos son psicólogos pero estos mismos no se ayudan a sí mismos cuando tienen problemas. De todas formas Eugenio siempre tuvo intenciones de aconsejar a alguien.
Existen personas que vienen al mundo para hacerle la vida más grata a otro, y aunque la mayoría de las personas diga que es uno quien debe dejar que las cosas fluyan (o en caso que el amor tarde en llegar, debe resignarse a no tener el mismo éxito de los demás), está esa minoría bonachona con la idea de que el mundo igual debe ponerse de su parte. Se critica esta última postura respondiendo, “¿Quiénes somos nosotros para hacer cambiar a las personas?”, pues hay elementos o espacios para concientizar al mundo de que las palabras o los pensamientos influyen en el futuro de alguien, o que se debe tener especial cuidado con las personas que son distintas. Según los evangélicos Satanás es el espíritu quien da vueltas en el mundo, por eso son pocos quienes se acercan a alguien quien constantemente es discriminado para mostrarle la luz y decirle que valioso es como persona.

Entonces si Eugenio no pololeaba a los 17 años, quizás no era su momento, pero la soledad en la que se encontraba lo hacía buscar una mano amiga que siempre le abra la puerta, pecó quien sabe por no creer lo suficiente en Dios, o que el espíritu santo le llegó después de no ir mas a una misa católica en una década. Esas son las cosas que enriquecen….el ser mas humanos. El montón argumenta de que hay mucha delincuencia y que por eso hay que ser desconfiados, pero muchos de éstos lo hacen de egoístas, abusando así de su libre albedrio para entorpecerle el camino al otro.




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[1] Grosería

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