Existen
razones del porque hoy la gente desconfía prácticamente de todo el mundo. Si
bien están quienes critican esta excesivo individualismo social pensemos que
muchos delincuentes han hecho daño a sus víctimas, incluso usando tácticas de
convencimiento que rompen los vínculos humanos más honrados y honestos. Los
charlatanes se hacen pasar por familiares, vienen los famosos “cuentos del
tío”, incluso los amigos terminan siendo los cómplices de los enemigos. En
Chile muchos desconfían de los políticos por ejemplo, y se da únicamente porque
uno se hace expectativas de algo que al final no es.
Muchos
creen que sus amigos son realmente gente con quien compartir o pasarlo bien,
pero a pocos les pasa que ese “hermano del alma” puede quien sabe estar
fingiendo para sacar información, y es común incluso que exista gente falsa.
Mientras más grande es la ciudad es común la convivencia fingida y casi
teatral, saludar por ser cortés y no por aprecio. De apariencia te digo -te quiero-, pero por detrás quisiera
decirte….-me caes mal-.
Así
se relacionan entre políticos. O para que un dirigente estudiantil llegue a ser
diputado en el futuro, termina su carrera universitaria y aprovecha su
militancia para esperar que lo nombren director de un departamento
gubernamental. Luego lo ponen como candidato y debe hacerse el leso con alguien
superior a quien años atrás criticó. Sin ir más lejos, en Chile hay diputadas
mujeres que van de la mano con la presidenta, la misma a quien criticaron.
Relaciones de convivencia pero no de amistad.
Al
más inocente le toca vivir experiencias que lo marcaran para toda una vida, las
que en un inicio le formarán una idea germen del resentimiento. De esa
sensación de derrota, frustración y fracaso al saber que muchos lo querían,
quienes al final solo buscaban humillarlo o llevarlo al agujero. Puede parecer
duro, y en el liceo ningún profesor explicará que después de cuarto medio viene
un mundo de complejidades.
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