Padre Cecilio, un sacerdote español
encantado con Concepción
Criado en una familia
católica ya tenía la vocación del sacerdocio siendo un niño de seis años,
cuando su profesora le preguntó en clases sobre que iba a hacer en el futuro.
Hoy lleva 26 años en Concepción, siendo la única diócesis donde se desempeña en
Chile.
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El
padre Cecilio de Miguel cumplió 79 años de edad el pasado domingo 24 de
septiembre (-del presente año). Quien hoy se desempeña como canónico
penitenciario de la Catedral de Concepción, y además como director espiritual
del Seminario, nació en la localidad de “Bustillo del Páramo” (ubicada en la
Provincia de Palencia, España) un año 1938.
Su
vocación por el sacerdocio ya estaba, cuando el padre Cecilio de Miguel era
solamente un niño. Contó: “Cuando yo tenía seis años, y me preguntó una
profesora que quería ser, yo le hice referencia que yo quería ser sacerdote”.
Considerando, desde luego, que fue criado en una familia bastante comprometida con
la iglesia católica.
Es
posible entender su permanente apego al evangelio si se considerada el contexto
de su pueblo natal, cuyo nombre oficial es “Bustillo
del Páramo de Carrión” y que tiene apenas 63 habitantes (Que sólo es
equivalente a la de una aldea rural chilena). Un lugar tranquilo y campestre, fuertemente arraigado
por el antiguo feudalismo medieval, donde por cierto la iglesia tiene bastante
presencia. Desde 1960 su población sólo ha disminuido, de 294 a 63.
“Recuerdo
cuando mi mamá preparaba la cena. Yo soy el mayor de ocho hermanos, y mi papá
me tenía en brazos mientras todos rezaban el rosario. Allí había otro hermano
mío que era dos años menor que yo. La verdad es que de mi infancia recuerdo
muchas cosas, pero una de ellas es que yo iba todos los días a misa, ayudaba a
cobrar la eucaristía. Todo eso es fruto de una familia que quería ser
cristiana”, confesó.
Dicha
vocación nació cuando un compañero de clase le preguntó: “¡Oye!, ¿y no has
pensado nunca que Dios te puede llamar al sacerdocio?”. Con el correr del
tiempo el padre Cecilio empezó a considerar tal sugerencia que aceptó asumir
esta bella labor de servir a Cristo.
Cuando
tenía 12 años entró al Seminario de Palencia para formarse como sacerdote, donde
estuvo ocho años para luego continuar con cursos de Filosofía y Teología. Contó:
“La vida del seminarista se estructura en dos realidades, la piedad y el
estudio (…) allí uno reza, y reza mucho. Se hacía misa todos los días”.
Su
vocación fue tan fuerte que en el Seminario siempre había un sacerdote
encargado quien diagnosticaba el interés de los jóvenes. “
También
hay momentos en que uno entra en dudas, ¿Será esto lo mio?, y por eso dentro
del seminario y de la formación de los seminaristas, pues está la dirección
espiritual. Es el sacerdote quien normalmente es quien te indica: ¿Qué es lo
que Dios puede querer de ti?. Y cuando tu le dices: ¡No!, es que me parece que
Dios me pide otra cosa (…) ¡Es mejor que dejes el seminario!…porque se ve claro
que esto no lo es tuyo”.
A
inicios de los años 60´s comenzó su carrera como sacerdote, desempeñándose en
España hasta mediados de los 70´s. En este período tuvo la oportunidad de
partir a Perú, de no ser porque la salud de su mamá se deterioró en Pamplona,
quedándose en Europa hasta su fallecimiento.
Posteriormente
cruza el Atlántico emigrando así a Argentina, específicamente a la ciudad de La
Plata. Allí formó lazos con el arzobispado plántense, siendo sacerdote en ese
país por 16 años.
Pero
una invitación que recibe desde Chile, por parte del padre Eliseo Escudero
(Cuando aún estaba en Argentina), lo motiva para partir a nuestro país en 1991.
Contó: “El primer rector que tuvo la Universidad Católica de Concepción, cuando
se independiza de la Pontificia, el padre Escudero es un pariente mio. Entonces
nos cruzamos una carta y él me invitó. Llegué, me entusiasmó Concepción y aquí
llevo ya 25 años”.
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