El deseo, para el adulto, se divide de inmediato. ¡Es cierto! Tienes las recompensas fáciles: el café, el pastel (un "berlín"). Lujos pequeños que pagas y disfrutas. Son la prueba de que algo puedes satisfacer. Con $1200 (a no ser que al otro año suba de precio) podrías comprarte dos sopaipillas grandes con palta, ¡rico! ¿no cierto?, y si gustas le pides al vendedor que te eche algún aderezo, mayonesa, ají, ketchup o mostaza. A más de alguno masticar la fritura nos alegra el alma, aunque sea sólo un ratito.
Pero luego están los deseos que exigen un cambio profundo. Si vives en una población con mucho ruido (de Lunes a Domingo) y necesitas paz mental, el consejo fácil es: "¡Múdate!" (Cámbiate de casa, cómprate una propiedad o independízate de tus papás). La sugerencia parece simple, pero choca con la realidad chilena: para mudarse, necesitas recursos ($). El silencio se compra con ahorros. Tu deseo de tranquilidad se mide en UF.
Algo parecido pasa con querer o soñar viajar a Rio de Janeiro (Brasil). En Instagram tu ves a mucha gente publicando sus "selfies" cuando llegan a lo alto del cerro Cristo Redentor, ¡se pasa super cachirupi! Pero muchas de esas personas que tienen la fortuna de aprovechar una promoción en una agencia de viajes, que además pertenece a una famosa multitienda de "Retail", podrían ser funcionarios públicos, gente que tiene buenos pitutos en empresas o instituciones gubernamentales, hasta son políticos pues'! Si hasta para viajar desde Concepción a Valparaiso en bus tiene sus costos, incluso para callejear por un sólo día en las playas de Viña del Mar...porque además del pasaje ida y vuelta que compras en el terminal, debes pagarte el desayuno, el almuerzo, la once, hasta los pasajes de la micro. ¡A nadie le regalan las cosas!
El Problema del "Tienes Que"
Gran parte de la fatiga mental y los bajones anímicos nacen aquí. Nuestra cultura del esfuerzo ve el deseo como algo ridículo. Nadie en la ciudad te pregunta: "¿Qué quieres?".
El entorno social te exige: rinde, supera, sé exitoso.
Te inunda con "tienes que" y "debes ser". Pero tu "quiero" es ignorado. Vives persiguiendo metas externas, con tu propia voz silenciada.
La privación llega sin aviso. Quienes cuidan su sueldo mes a mes deben ser cirujanos de la billetera. Distribuyes recursos: pagas gastos comunes (la luz, el agua, incluso si no tienes televisión de pago podrías ahorrar un poco) o almuerzas. El deseo de un respiro muere frente a la lista de prioridades.
Si pierdes el trabajo y no generas ingresos, el deseo se anula por completo. Debes valorar el plato de comida que te ofrecen. El mensaje es simple y brutal: "O es esto, o no tienes nada".
Y a excepción de que un familiar o una pareja te atendiera por un par de horas en su casa, ¿Quién te da comida, almuerzo o colación gratis pasado los 30 años? ¿Te lo has preguntado? No se trata aquí de comer chorrillanas o Lomo a lo pobre, simplemente es matar el hambre y subsistir ¡Nada más!
La Resignación y el Milagro Ausente
Este es el momento de las resignaciones. Entiendes que enfrentar esta realidad es un combate solitario. Pocos, o casi nadie, está disponible para ayudarte de verdad. Si alguien te deposita dinero en tu cuenta, lo hace de forma puntual, como un parche, sabiendo que nunca será una ayuda permanente ("Primera y última vez ¿¡Estamos!?").
Seamos justos también. Nadie tiene obligación siquiera de prestarte plata, por la sencilla razón de que a todos les cuesta ganarse el sueldo (y cuidar sus trabajos). Si dices que te cuesta juntar monedas para comprarte un exquisito plato de Lomo a lo pobre con una lata de "Red Bull" (Bebida energética), ¿Qué más se espera para las personas que ya tienen casa propia y son jefes de hogar? a veces deben hacer el doble o triple de esfuerzo comparado con lo que tu haces para poder almorzar dignamente, e incluso con una cocina alejada del "bocinazo" de los autos.
Perfecto. Trabajemos y no mendiguemos. Pero desde lo prudente llegamos luego al plano de incertidumbres, cuando ya comenzamos a pedir otra cosa más justa....ahora estamos mendigando una oportunidad laboral ¿Te das cuenta? ¡Bueno! Aunque lleves meses buscando ofertas de trabajo, podrían quizás ser más considerados contigo si estás desempleado en contra de tu voluntad (en vez de ser un holgazán, un vicioso o drogadicto). Aun así, no todo te lo van a dar en bandeja....recuérdalo.
Llegas a la conclusión de que los sacrificios son el pan de cada día, no la excepción. Y la única forma de hacer tu entorno más cómodo y digno es esperando un milagro que no llega. Te preguntas, con una frustración amarga: "¿Cuándo llegará el momento en que el Presidente de la República presione a las empresas para que te endulcen en algo la vida, aun cuando eres responsable y cumples tus jornadas de trabajo?". El deseo se convierte en una plegaria a la política, una fe desesperada en que el sistema, por fin, deje de exigirte todo y comience a darte algo.
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COMENTARIO DE VIDA: Las presiones ENTORPECEN al artista creativo (Incluso AD HONOREM)





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