El amor, y la relación de pareja, son experiencias que forman parte de la vida. Un primer paso para la procreación, pero sobre todo para la compañía mutua entre esas dos personas que empiezan a “pololear”. Quienes han tenido la oportunidad de enamorarse darán fe que la vida vuelve a llenarse de colores, aun con sus complejidades.
Pero esa rica sensación se adultera cuando este concepto pasa a formar parte de una “exigencia social”, forzando indirectamente a conquistar una persona y aun cuando en el fondo no sientas nada por nadie. Cuando en el colegio, durante la adolescencia, la competencia por conocer gente del sexo opuesto forma parte de una estructura da menos probabilidades de que ese lindo sentimiento sea espontáneo. Ahí está el punto, dejar que las cosas fluyan.
Ya que tanto se habla de la salud mental, o de que el ser humano debe encontrarse consigo mismo y sin etiquetas, debemos pensar que el pololeo bonito tiene un beneficio y eso es la renovación de buenas vibras cuando cada semana (o todos los días) te juntas con la persona que amas. Muchos prefieren juntarse los domingos por la tarde para sentarse en la plaza y conversar, cuando hay amor esa persona te entiende y te consuela aunque igual te alerta en caso que siguieras el camino equivocado. Esto aparentemente puede sonar egoísta, pero no lo es. El diálogo es súper importante en la pareja, más cuando el otro se supone debiera tenerte aprecio, cariño Y AMOR.
Aun cuando este alejamiento o distancia de muchas treintonas sea consecuencia de malas experiencias anteriores, no debiera predominar por toda la vida. Tarde o temprano, la persona (si le nace) debe abrirse a conocer otras personas para así fortalecer algo netamente legítimo…..como las relaciones de pareja.
-
¿¡Qué más!?
No hay comentarios:
Publicar un comentario