Supuestamente
en 2012 se acababa el mundo, así se alertaba trasgiversando una milenaria profecía
del calendario maya, pero lo que se indicaba en el fondo era un cambio
espiritual. Al parecer hay algo de verdad, por ejemplo las verduras y frutas más
saludables que se puedan consumir (y que son orgánicas, no transgénicas) están
en los huertos privados de un campesino, la profecía decía que ahora el hombre debiera
reencontrarse con la naturaleza. Con toda la lucha mundial en contra de los
transgénicos, el campo es en definitiva la parte más segura de donde traer
verduras y frutas sanas. No en los supermercados.
Las transnacionales que producen
transgénicos lograron imponerlos sin presentar estudios que demuestren su nulo
peligro para las personas o el medio ambiente. Las empresas biotecnológicas han
utilizado todo tipo de presiones para efectivamente bloquear la investigación
al respecto, y reprimir despiadadamente a quienes se han atrevido a presentar
resultados iniciales alarmantes, a partir de estudios desarrollados con
animales de laboratorio alimentados con transgénicos. La agricultura
transgénica es una trampa que consolida aún más el control de las
transnacionales como Monsanto sobre el sistema agroalimentario, y socava la
soberanía alimentaria.
Quien
quiera salvarse de los efectos que producen estos transgénicos la única opción
segura es ir al campo para comprarle ese tomate a un campesino. Tanto lo que se
compra en una feria, y en los supermercados, perfectamente podría ser un
transgénico. O ¿Porque cree usted que vemos tomates demasiado brillantes en las
fruterías?
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