Tinta Roja es una obra literaria del escritor chileno Alberto Fuguet, y está compuesta por varios cuentos breves. Los relatos no son más que los capítulos en que se divide la historia, sobre la profesión que desempeña Alfonso Fernández, un joven periodista –recién titulado- quien desde la V Región emigró a Santiago para trabajar en el diario “El Clamor”. Junto a Saúl Faúndez, su jefe directo, y otros dos acompañantes – Escalona y Camión- , van en la búsqueda de noticias policiales para su posterior publicación. En cada hecho conoce mejor, y en carne propia, el verdadero mundo del periodismo, una profesión que se aprende más en la calle que en las universidades a través del doble estándar de las víctimas, de los criminales y de algunos testigos, de personas que ante mucha gente se muestran de una forma pero que en el fondo cada uno tiene sus malicias mínimas, pasiones y secretos mejor guardados.
Un elemento por rescatar de la obra es la manera directa de como el autor describe una escena donde los personajes tienen o hablan sobre sexo, sobre todo en los cuentos: “Caliente como una tetera”, “Patio Esmeralda” y “Media Naranja”, sin olvidar la cantidad de improperios que se pueden leer (sin metáforas ni doble lectura). El cuento “Media Naranja” trata sobre un reporteo en un motel de la comuna de La Florida (Santiago), y de los favores que los periodistas le conceden al administrador del local. Muy buena la descripción del lugar lo que hace que el lector se imagine como si realmente estuviera allí, en el lugar de la historia, así también en la forma de cómo se describe a los personajes secundarios. Pero después Escalona y Faúndez conversan, y acá se muestra una gran característica de “el jefe”, la de un hombre que en la mayor parte del día piensa en sexo y que no tiene ninguna vergüenza en ventilar sus gustos al oído de otra persona, con groserías y todo. Acá Faúndez menciona que si ya venía de pasarlo bien con una mujer podía tolerar, o dejar pasar por alto, todas las cosas que lo incomodaban.
Y En el cuento “Patio Esmeralda” sólo son tres carillas donde rápidamente cambia el ambiente, se parte hablando de una cena en un restaurante para terminar hablando de una peluquera con un “pituto” como dama de compañía, una forma bien curiosa de crear un relato demasiado breve. Aquí Saúl Faúndez y Alfonso Fernández hablaban de Valeskita Leiva, la describieron corporalmente pero más bien desde un punto de vista erótico que anatómico, y el mujeriego de Faúndez la describe como alguien traviesa cuando acompañada por un hombre presencia el genital masculino, usando palabras que en Chile se entienden totalmente, y con clara intención de doble lectura. Acá hay una familiarización con lo que realmente pasa en la sociedad chilena, las abundantes metáforas en las conversaciones cotidianas para hablar de sexo.
Aún con las abundantes escenas sexuales el libro está bien elaborado si lo que se quiere es acercar la lectura a un público que no acostumbra leer en sus ratos libres. Muy bueno.
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