Bien sabemos que el cine chileno, valorado por una parte de la población (aunque no por todos), tiene fama y estigma de ser un tipo de cinematografía política donde toda la trama (según se opina) va orientado a dictadura, Salvador Allende, país polarizado, comunistas, etc. Son caricaturas sin duda.
Pese a que en las dos primeras décadas del Siglo XXI ha crecido en algo la industria del cine chileno, pero como producto artístico aun está por debajo del predominante y muy comercial “Cine Hollywoodense”. Bien, hay un tipo de público que demuestra bastante entusiasmo por ver un último estreno de Netflix, o años antes de ir a Cinemark para dejarse cautivar con el lanzamiento de la última película. Aunque siendo honestos, el lenguaje del cine gringo apela a un modelo clásico (Inicio, Conflicto y Final Feliz). Este tipo de consumidores optan por una historia mas optimista (Con su escena fogoza de vez en cuando aunque todo camuflado ¡eso sí!), sobre todo si se trata de comedia o romance.
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¡Vamos al grano!
En el cine chileno no abunda mucho el largometraje de amor (o romance), de un hombre que en un dia cualquiera pudiera estar transitando por la calle (Quien sabe, camino al trabajo) y de repente se encuentra con una mujer que lo encantó bajo el “amor a primera vista”. Ahora mucho menos, porque con todo esto del Estallido Social se busca impulsar la tolerancia a diversas preferencias o decisiones sexuales que antes fueron minoría (Un tema que ya es parte de opiniones cotidianas en adolescentes Sub-18, o que incluso ya se busca inculcar en los colegios con el fin de incitar mas el respeto a las “diversidades”).
Pero como hay gente que le gusta ver aquellas historias que son “color de roza”, es necesario mencionar parte de la trama que está en la película “Alma”.
Sólo que antes de hacer mención a la moraleja de esta historia (Que es muy bonita), hay algunos componentes en sus detalles que la hacen distinta a otra película romántica norteamericana (Como por ejemplo, el filme “Cuando te encuentre” donde una de las protagonistas ha sido interpretada por la bella actriz “Taylor Schilling”).
Bien, la diferencia está en incitar la inclusión mediante una linda historia de amor (Que como ya podrán deducir….eso viene por parte del cine chileno, y no tanto de lo que Chilevisión, Mega o Canal 13 muestran en las tardes de domingo). Vean, en la película “Alma” los papeles protagonistas fueron realizados por Javiera Contador (¿Se acuerdan de la “Kena” de Casado con Hijos?) y el gran Fernando Larraín (El mismísimo “Tito” de Casado con Hijos).
La película chilena a la que hacemos mención es bien simpática, donde gran parte de la trama se narra como una comedia. La Contador interpretó a “Alma León”, una mujer buenamoza y de unos 40’ años aunque con trastorno bipolar. Vieron. No es fácil realizar una película de amor, donde una protagonista padezca trastornos psiquiátricos pero aun así con “buena pinta” (linda físicamente)….la intención podría ser buena ¡sin duda! Pero aun en Chile priman los prejuicios, donde se subestima a toda persona que no encaja en el modelo ideal de “ser humano” (¿Si es loco?….no hay que tomarlo en cuenta, así se piensa).
Fernando Larraín interpretó a “Fernando Toro”, el marido de “Alma” quien en un momento pierde la paciencia (por las descompensaciones de la mujer) y muestra rasgos de no soportarla. Ante eso, Alma se da cuenta pero en el camino se le presenta un pretendiente argentino (Un tipo encachado y muy atractivo). Ante el quiebre matrimonial, la mujer y el trasandino se mudan a Buenos Aires (Argentina) y con esto Alma tomó la decisión de comenzar una nueva vida.
Su experiencia de haber vivido algunas semanas en el país del mate ha sido muy interesante, pero no tanto porque Gaspar (el mino) la haya hecho feliz. En realidad porque Alma se da cuenta que el “principe azúl” ha mostrado muchas mascaras sobre su persona, pero que en su intimidad (incluso en su circulo familiar) muestra varias defectos que lo distancian de ser “el hombre ideal”….en pocas palabras le descubrió su lado “chanta”. Por ejemplo, si en la calle uno lo veía como un tipo empoderado (de mucha personalidad) cada vez que se relacionaba con su madre éste agachaba el moño y como un “verdadero niño” se dejaba mandonear. Al final esa idealización que Alma hizo del “hombre argentino” se ha ido desvaneciendo. Aunque una cosa a rescatar, el mino jamás la menospreció por su bipolaridad sabiendo (y viendo "in situ") algunas descompensaciones mentales de la chilena.
Pero lo mas interesante de la película, es que Fernando (el marido) después de haber pateado a Alma….en un momento se retracta y decide ir a Argentina para buscarla, y traersela de regreso a Chile. Esto porque el “socio” se dio cuenta que mas allá de sus “perdidas de paciencia” (reacciones que son netamente superficiales), el siempre estuvo enamorado de Alma. Su corazón le ganó, y con eso Fernando recorrió (por recuperarla) la larga Ruta 7 que conecta a Mendoza con Buenos Aires (Después de haber cruzado la cordillera previamente).
¿La escena mas bonita? Fue cuando en Puerto Madero, un punto turístico muy famoso del Gran Buenos Aires, Fernando le pide perdón a Alma y finalmente logra convencerla….para que juntos volvieran a retomar esta (bonita) relación amorosa.
¿Ven que es posible hacer una película, basada en una linda historia de amor, con final feliz (igual que en las películas gringas) pero incluyendo al mismo tiempo ALGO TAN NOBLE Y JUSTO COMO….LA INCLUSIÓN??? Mas bien, si esto es CINE CHILENO.
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