Antes de que leas este texto, se produce un mini debate en facebook:
Edith:- La contaminación acústica no es un único detonante de conductas inapropiadas.
Autor:- Buen punto, ¿Y cuales serian las otras detonantes?.....digamos que solo recapitulé lo que me dijo el candidato cuando dio una charla...
Ahora sí, el texto....
(…) pues bien decía el ex candidato a la presidencia
Alfredo Sfeir cuando dio una charla en la UCSC: “El ruido dirige el comportamiento”.
Una
de las cosas que cabe preguntarse aquí es: ¿Cuál
es la finalidad de mostrar algo muy desconocido por muchos como el
hostigamiento acústico hecho a propósito? Es una cosa, mas bien, de
defender a las víctimas de los prejuicios….pues a inicios de este texto
planteaba que muchos en la calle, personas esencialmente normales con empleo y
vida propia son vistos por muchos como locos, quizás en Santiago todos anden
mas indiferentes y eso permite que cada loco ande con su tema, pero en ciudades
aun con mínima mentalidad provinciana como Concepción las personas tienden a
formarse prejuicios cuando alguien se ve aparentemente distinto. Alguien que
ande loco, o en realidad acelerado, agitado en la calle, como bien señale en
párrafos anteriores es víctima de constantes acosos psicológicos por parte de
conductores de vehículos (muchos de los cuales son delincuentes, evidentemente
que no me refiero aquí a todos los conductores, que quede claro eso).
Acá
hay otro concepto que es importante tomar en cuenta: víctimas de los prejuicios. Una de las formas más evidentes de cómo
la sociedad chilena no es lo suficientemente desarrollada es cuando todos hemos
sido de una forma juzgados por mucha gente (aunque afortunadamente hay personas
que no encuentran placer ni ocultan sus propias trancas descalificando al
otro). Una víctima de prejuicios es cuando alguien es tildado o indicado por el
dedo como borracho, como lunático, como negro, y un montón de descalificativos.
Este es uno de los efectos que produce el constante ataque y acoso de los
bocinazos con estas personas, siempre buscan a los más nobles de corazón para
atacar, o al más idealista. ¿Por qué será?
Y
aunque quisiéramos darle una cachetada a todo aquel que nos juzgue sin
conocernos, no podemos, terminaríamos peor nosotros. No es un delito formar o
atacar con prejuicios, ¡Qué pena!
Una
de las consecuencias que producen estos ataques son un aparente aumento de presión, no me refiero a la
de tipo arterial, sino que es una presión en general, cuando nos sentimos
fatigados, una especie de sobre carga en nuestro cuerpo. Viene un montón de
vehículos y con el miedo de que un bocinazo “full” nos vuelva a pillar mientras
en la cocina nos hacemos un café, estamos “espirituados”
con la cantidad de ruido que emiten los autos cuando transitan en la calle. Los
bocinazos nos dejan tensos.
Las
tensiones nos incomodan, aquello entonces nos hace pedir que salgamos de
nuestras casas, no es sano que esto pase hasta en los días domingo, y hasta ese
punto nos sentimos vulnerables porque del punto de vista jurídico nada nos
permite mediar ante un abogado como estos conductores pueden transitar sin
molestar. Realmente compadezco de la pobre gente de Santiago, con esto ya la
ciudad deje de ser el lugar más bacán para vivir en Chile. Los constantes
ruidos y las ganas de no sentir nunca más uno nos dejan eso: tensión, presión. Esas serian algunas
de las consecuencias que dejan estos constantes y reiterados acosos de los
conductores.
Quiero
hacer un paréntesis, por el solo hecho de redactar las consecuencias que deja
estos constantes ataques es también para hacer un llamado a quienes tienen el
tiempo de leer mi blog, y a las
autoridades interesadas, a que consideren que mas allá de las clases
sociales los habitantes de Chile (particularmente de las grandes ciudades)
merecemos vivir en un ambiente digno, mínimo para aprovechar los dos días de
descanso en los fines de semana.
Pero
en respeto a los psicólogos del país quiero reconocer que yo jamás he hecho
cursos de psicología, no soy un profesional del área, y no tomen estas palabras
como consejos sicológicos si es que alguno de ustedes vive esta misma realidad.
Más bien aprovecho mi rato libre para poder plantear este tema con todos los argumentos
necesarios, quizás más adelante presente pruebas o evidencias mediante formatos
Mp3 pero ahora lo quiero plasmar en este ensayo literario para que canalicemos
y le tomemos el peso de la importancia por vivir en un ambiente libre de ruido.
Acá en Concepción como aun son muchos los privilegiados en vivir bajo
poblaciones silenciosas, y no tienen la suerte de vivir en periferias como
Penco, siempre se le ha bajado el perfil
cuando alguien es constantemente acosado en su andar por el centro de la ciudad.
Yo no soy psicólogo pero me he fijado que en el tema del estrés de las personas
éstos se ven lejos de ser ese refugio que tanto se necesita, que tantos
necesitan hoy urgentemente. En mi caso la literatura es mi refugio.
Pero
ni siquiera los fines de semana, imagínense que en los días de semana debemos
algunos ir a trabajar, u otros ir a clases, es que no se puede vivir tomando
siesta con la tele o con la radio prendida, si llega a doler la cabeza. Presión, tensión.
Ahora,
reconozcamos que también es saludable salir a la calle, es sano caminar y salir
al parque, pero toda esa tensión después de acumular los bocinazos por varios días llega a que salgamos urgidos
de nuestras causas para caminar como verdaderos locos por el parque o por el
campo, y no salgamos tranquilos como cualquier persona normal o si es que
vivimos en Unihue. Y esperemos que el día esté bonito, o que hayan pasado dos
meses de la última vez que llueve porque a los días de precipitaciones las
calles de tierra se convierten en calles de barro, es harto incomodo salir a un
fundo bajo la lluvia y caminando por sobre el barro, no es para nada un paseo
placentero. ¡Urgido queremos salir! Pero bajo la lluvia y soportando el ruido
sentimos que nuestra casa es una verdadera cárcel.
Y
hay lugares que son pasables, que salvan, a la hora de socorrer almas agitadas, como por ejemplo el
Parque Ecuador o el Cerro Caracol de Concepción. Afortunadamente acá en la
región hay partes donde tomar aire, donde desestresarse, donde volverse sobrio,
pues bien decía el ex candidato a la presidencia Alfredo Sfeir cuando dio una
charla en la UCSC: “El ruido dirige el comportamiento”.
Otra
consecuencia que dejan estos hostigamientos es la “ansiedad”. Cuando cansados de aguantar los repentinos bocinazos,
donde no hay una hora fija para arrancarse de la cocina y escapar de la
verdadera metralleta de sonido que un torrante envía, generamos las ansias de
poder arrancar de este lugar, aunque el santiaguino vive algo parecido con el
tema de la delincuencia. Y lo más desagradable de todo es que en Penco no
existen rincones donde poder escapar de los ruidos, en la calle Toltén se suben
muchos autos y algunos parecidos se ven estacionados al frente de una plazoleta
en Penco Chico, la postal de los autos transitando en forma sospechosa,
intimidante o en forma hasta prepotente es la misma en cualquier población
pencona, sea en Cerro Verde Alto, Lirquén o Villa Belén, la mayoría de los
pencones (salvo de quienes conforman la elite) se ven de forma heterogénea, está claro que aunque la
Ruta 150 no tenga los tacos que tenga la Ruta 160 Penco no es un pueblo
dormitorio idóneo para arrancarse de Concepción. Ni siquiera las micros se
ponen de su parte, ¿tan caro es poner silenciadores en cada una de las
maquinas? Ansiedad se acumula por arrancar al campo, a la casa de un tío en el
campo y a ver si nos aceptan. Y la ansiedad nos agita, quizás es una de las
razones del porque los pencones como comuna son de los más agitados de la
Octava Región, bien dicen quienes vivan en Lota, Lebu, Talcahuano o Hualqui que
Penco hasta casi es un Santiago Chico,
un pueblo chico que se sobrepavimentó.
Ansiedad,
tensión, presión…
Y
otra consecuencia es incluso el mal rendimiento para quienes de los habitantes
de Penco cursa estudios universitarios. Aunque en esta oportunidad voy a ser un
poco más optimista. Ocurre que si el promedio sube o hay excelentes notas en
los exámenes es gracias a dos tipos de tapones auditivos, unos audífonos grandes
y gruesos para trabajadores industriales, y otros tapones chicos con cordones
(este último es el que frecuentemente usan muchos alumnos universitarios), yo
recomiendo que usen los dos de un viaje.
Primero,
colóquense los tapones chicos con cordón en la oreja, y tengan cuidado al
ponérselo, pongan un dedo en el extremo superior de la oreja hasta poder
achuntar el tapón al fondo del tímpano, obviamente que sin tocarlo. Y cuando
introduzcan el tapón háganlo de forma bien lenta, con cuidado, ¡eeso!, ¡bien lentito!,
hasta que dé con una pizca del tímpano. Esa es la forma correcta de ponerse los
tapones, las instrucciones están ahí mismo en el envoltorio donde vienen los
dos tapones. Es probable que los haya comprado en Sodimac.
Ya
después de que se coloque esos tapones en las dos orejas procura ponerte los
audífonos grandes y gruesos industriales. El conductor que intente molestarte
desde su volante creerá que te compraste un audífono para escuchar en formato
Mp3 tus buenas canciones de Reggaetón, aunque a estas alturas ya estas harto de
muchas cosas, incluso hasta de la televisión o de la música a todo chancho.
Vienes a Penco creyendo escapar de Concepción para nunca más prender el
televisor o el equipo de música, y te ven viendo el programa de farándula al
volumen 80 por culpa de los moscos
de la calle. ¡Qué infamia!
Pero
volvamos a lo nuestro, ya cuando tengas esos dos tapones puestos, ya te habrás
olvidado del ruido que se siente desde la calle. Y realmente sentirás ese Penco
soñado que tanto te imaginabas antes de cambiarte de casa desde Concepción…..ese
Penco tranquilo y campechano que hace tiempo murió.
Otra
consecuencia que deja en la victima, y en la cual triste lo repercute en su vínculo
con el entorno social (con gente conocida y desconocidos)…es el mal humor. La inseguridad, el aspecto psicológico amargado.
Disculpen
si no soy claro en dar a conocer las consecuencias de los constantes
hostigamientos, pero tal como lo dije tiempo atrás –y vuelvo a reiterar- no soy
psicólogo.
A continación....la opinión del ex candidato ecologista Alfredo Sfeir sobre la contaminación acústica
A continación....la opinión del ex candidato ecologista Alfredo Sfeir sobre la contaminación acústica
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