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jueves, 31 de julio de 2014

La provocación (CUARTA PARTE) - Incómodos, molestos y fatigados involuntariamente

Antes de que leas este texto, se produce un mini debate en facebook: 

 Edith:- La contaminación acústica no es un único detonante de conductas inapropiadas. 

Autor:- Buen punto, ¿Y cuales serian las otras detonantes?.....digamos que solo recapitulé lo que me dijo el candidato cuando dio una charla... 

 Ahora sí, el texto....

(…) pues bien decía el ex candidato a la presidencia Alfredo Sfeir cuando dio una charla en la UCSC: “El ruido dirige el comportamiento”.

Una de las cosas que cabe preguntarse aquí es: ¿Cuál es la finalidad de mostrar algo muy desconocido por muchos como el hostigamiento acústico hecho a propósito? Es una cosa, mas bien, de defender a las víctimas de los prejuicios….pues a inicios de este texto planteaba que muchos en la calle, personas esencialmente normales con empleo y vida propia son vistos por muchos como locos, quizás en Santiago todos anden mas indiferentes y eso permite que cada loco ande con su tema, pero en ciudades aun con mínima mentalidad provinciana como Concepción las personas tienden a formarse prejuicios cuando alguien se ve aparentemente distinto. Alguien que ande loco, o en realidad acelerado, agitado en la calle, como bien señale en párrafos anteriores es víctima de constantes acosos psicológicos por parte de conductores de vehículos (muchos de los cuales son delincuentes, evidentemente que no me refiero aquí a todos los conductores, que quede claro eso).

Acá hay otro concepto que es importante tomar en cuenta: víctimas de los prejuicios. Una de las formas más evidentes de cómo la sociedad chilena no es lo suficientemente desarrollada es cuando todos hemos sido de una forma juzgados por mucha gente (aunque afortunadamente hay personas que no encuentran placer ni ocultan sus propias trancas descalificando al otro). Una víctima de prejuicios es cuando alguien es tildado o indicado por el dedo como borracho, como lunático, como negro, y un montón de descalificativos. Este es uno de los efectos que produce el constante ataque y acoso de los bocinazos con estas personas, siempre buscan a los más nobles de corazón para atacar, o al más idealista. ¿Por qué será?

Y aunque quisiéramos darle una cachetada a todo aquel que nos juzgue sin conocernos, no podemos, terminaríamos peor nosotros. No es un delito formar o atacar con prejuicios, ¡Qué pena!

Una de las consecuencias que producen estos ataques son un aparente aumento de presión, no me refiero a la de tipo arterial, sino que es una presión en general, cuando nos sentimos fatigados, una especie de sobre carga en nuestro cuerpo. Viene un montón de vehículos y con el miedo de que un bocinazo “full” nos vuelva a pillar mientras en la cocina nos hacemos un café, estamos “espirituados” con la cantidad de ruido que emiten los autos cuando transitan en la calle. Los bocinazos nos dejan tensos.

Las tensiones nos incomodan, aquello entonces nos hace pedir que salgamos de nuestras casas, no es sano que esto pase hasta en los días domingo, y hasta ese punto nos sentimos vulnerables porque del punto de vista jurídico nada nos permite mediar ante un abogado como estos conductores pueden transitar sin molestar. Realmente compadezco de la pobre gente de Santiago, con esto ya la ciudad deje de ser el lugar más bacán para vivir en Chile. Los constantes ruidos y las ganas de no sentir nunca más uno nos dejan eso: tensión, presión. Esas serian algunas de las consecuencias que dejan estos constantes y reiterados acosos de los conductores.

Quiero hacer un paréntesis, por el solo hecho de redactar las consecuencias que deja estos constantes ataques es también para hacer un llamado a quienes tienen el tiempo de leer mi blog, y a las autoridades interesadas, a que consideren que mas allá de las clases sociales los habitantes de Chile (particularmente de las grandes ciudades) merecemos vivir en un ambiente digno, mínimo para aprovechar los dos días de descanso en los fines de semana.

Pero en respeto a los psicólogos del país quiero reconocer que yo jamás he hecho cursos de psicología, no soy un profesional del área, y no tomen estas palabras como consejos sicológicos si es que alguno de ustedes vive esta misma realidad. Más bien aprovecho mi rato libre para poder plantear este tema con todos los argumentos necesarios, quizás más adelante presente pruebas o evidencias mediante formatos Mp3 pero ahora lo quiero plasmar en este ensayo literario para que canalicemos y le tomemos el peso de la importancia por vivir en un ambiente libre de ruido. Acá en Concepción como aun son muchos los privilegiados en vivir bajo poblaciones silenciosas, y no tienen la suerte de vivir en periferias como Penco, siempre se le ha bajado el perfil cuando alguien es constantemente acosado en su andar por el centro de la ciudad. Yo no soy psicólogo pero me he fijado que en el tema del estrés de las personas éstos se ven lejos de ser ese refugio que tanto se necesita, que tantos necesitan hoy urgentemente. En mi caso la literatura es mi refugio.

Pero ni siquiera los fines de semana, imagínense que en los días de semana debemos algunos ir a trabajar, u otros ir a clases, es que no se puede vivir tomando siesta con la tele o con la radio prendida, si llega a doler la cabeza. Presión, tensión.

Ahora, reconozcamos que también es saludable salir a la calle, es sano caminar y salir al parque, pero toda esa tensión después de acumular los bocinazos por varios días llega a que salgamos urgidos de nuestras causas para caminar como verdaderos locos por el parque o por el campo, y no salgamos tranquilos como cualquier persona normal o si es que vivimos en Unihue. Y esperemos que el día esté bonito, o que hayan pasado dos meses de la última vez que llueve porque a los días de precipitaciones las calles de tierra se convierten en calles de barro, es harto incomodo salir a un fundo bajo la lluvia y caminando por sobre el barro, no es para nada un paseo placentero. ¡Urgido queremos salir! Pero bajo la lluvia y soportando el ruido sentimos que nuestra casa es una verdadera cárcel.

Y hay lugares que son pasables, que salvan, a la hora de socorrer almas agitadas, como por ejemplo el Parque Ecuador o el Cerro Caracol de Concepción. Afortunadamente acá en la región hay partes donde tomar aire, donde desestresarse, donde volverse sobrio, pues bien decía el ex candidato a la presidencia Alfredo Sfeir cuando dio una charla en la UCSC: “El ruido dirige el comportamiento”.

Otra consecuencia que dejan estos hostigamientos es la “ansiedad”. Cuando cansados de aguantar los repentinos bocinazos, donde no hay una hora fija para arrancarse de la cocina y escapar de la verdadera metralleta de sonido que un torrante envía, generamos las ansias de poder arrancar de este lugar, aunque el santiaguino vive algo parecido con el tema de la delincuencia. Y lo más desagradable de todo es que en Penco no existen rincones donde poder escapar de los ruidos, en la calle Toltén se suben muchos autos y algunos parecidos se ven estacionados al frente de una plazoleta en Penco Chico, la postal de los autos transitando en forma sospechosa, intimidante o en forma hasta prepotente es la misma en cualquier población pencona, sea en Cerro Verde Alto, Lirquén o Villa Belén, la mayoría de los pencones (salvo de quienes conforman la elite) se ven de forma heterogénea, está claro que aunque la Ruta 150 no tenga los tacos que tenga la Ruta 160 Penco no es un pueblo dormitorio idóneo para arrancarse de Concepción. Ni siquiera las micros se ponen de su parte, ¿tan caro es poner silenciadores en cada una de las maquinas? Ansiedad se acumula por arrancar al campo, a la casa de un tío en el campo y a ver si nos aceptan. Y la ansiedad nos agita, quizás es una de las razones del porque los pencones como comuna son de los más agitados de la Octava Región, bien dicen quienes vivan en Lota, Lebu, Talcahuano o Hualqui que Penco hasta casi es un Santiago Chico, un pueblo chico que se sobrepavimentó.

Ansiedad, tensión, presión…

Y otra consecuencia es incluso el mal rendimiento para quienes de los habitantes de Penco cursa estudios universitarios. Aunque en esta oportunidad voy a ser un poco más optimista. Ocurre que si el promedio sube o hay excelentes notas en los exámenes es gracias a dos tipos de tapones auditivos, unos audífonos grandes y gruesos para trabajadores industriales, y otros tapones chicos con cordones (este último es el que frecuentemente usan muchos alumnos universitarios), yo recomiendo que usen los dos de un viaje.

Primero, colóquense los tapones chicos con cordón en la oreja, y tengan cuidado al ponérselo, pongan un dedo en el extremo superior de la oreja hasta poder achuntar el tapón al fondo del tímpano, obviamente que sin tocarlo. Y cuando introduzcan el tapón háganlo de forma bien lenta, con cuidado, ¡eeso!, ¡bien lentito!, hasta que dé con una pizca del tímpano. Esa es la forma correcta de ponerse los tapones, las instrucciones están ahí mismo en el envoltorio donde vienen los dos tapones. Es probable que los haya comprado en Sodimac.

Ya después de que se coloque esos tapones en las dos orejas procura ponerte los audífonos grandes y gruesos industriales. El conductor que intente molestarte desde su volante creerá que te compraste un audífono para escuchar en formato Mp3 tus buenas canciones de Reggaetón, aunque a estas alturas ya estas harto de muchas cosas, incluso hasta de la televisión o de la música a todo chancho. Vienes a Penco creyendo escapar de Concepción para nunca más prender el televisor o el equipo de música, y te ven viendo el programa de farándula al volumen 80 por culpa de los moscos de la calle. ¡Qué infamia!

Pero volvamos a lo nuestro, ya cuando tengas esos dos tapones puestos, ya te habrás olvidado del ruido que se siente desde la calle. Y realmente sentirás ese Penco soñado que tanto te imaginabas antes de cambiarte de casa desde Concepción…..ese Penco tranquilo y campechano que hace tiempo murió.

Otra consecuencia que deja en la victima, y en la cual triste lo repercute en su vínculo con el entorno social (con gente conocida y desconocidos)…es el mal humor. La inseguridad, el aspecto psicológico amargado.


Disculpen si no soy claro en dar a conocer las consecuencias de los constantes hostigamientos, pero tal como lo dije tiempo atrás –y vuelvo a reiterar- no soy psicólogo. 

A continación....la opinión del ex candidato ecologista Alfredo Sfeir sobre la contaminación acústica


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