Un
problema recurrente de los empresarios de la locomoción colectiva inter-urbana Concepción/Tome
es que no consideran la posibilidad de cobrar “precios populares”. Desde el
pasado 15 de septiembre un viaje a la comuna-balneario costaba $ 900, aunque
tras un acuerdo entre la “Comunidad Organizada contra el alza de pasajes” -apoyados por el municipio tomecino- y el
Seremi de Transportes la tarifa finalmente congeló en $ 850.
Ni
siquiera los empresarios piensan en la lógica de la oferta y la demanda, más
aun cuando durante estas fiestas patrias –en la ciudad de Viña del Mar- las
entradas a las fondas terminaron por cobrarse a $ 1.000, claro porque muchas
personas venían al Club Hípico Sporting
Club. Cuando un tomecino quiere viajar a Concepción el bus es su único medio
de transporte, ¿Qué es más sano? ¿Cobrar precios altos para lucrar abusando así
de la necesidad de los pasajeros? ¿O cobrar precios más económicos, asumiendo
que así mas pasajeros pagarían con gusto por el viaje? El empresario debe
pensar más en el viajero, quien debe sentirse más atraído a subirse en la máquina.
Caro o barato igual seguirán recibiendo ganancias. ¡Es solo cosa de pensar un
poco!
Y
si de mirada más social se trata, muy buena labor demostraron los tomecinos que
formaron esta agrupación “Comunidad Organizada contra el alza de pasajeros”,
parecido a cuando años atrás se movilizaron en contra del proyecto Octopus. Así
Tome enseña a muchas otras comunas de la región como sus habitantes pueden
generar cambios ante decisiones meramente arbitrarias.
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