Hubo una época en donde ir de visita a casa de familiares era una de las tantas rutinas que teníamos los chilenos, pero quizás fue la actividad mas alegre y relajante de la semana. Los días domingo eran momentos en que salíamos por la mañana para visitar a un primo, un abuelo o un tío en su hogar. Más que por el hecho de salir, era una oportunidad para compartir. Algo que quizás hoy hemos perdido, porque ahora la sociedad está cada vez más individualista.
Quizás los jóvenes no lo creerían pero habían muchos motivos para compartir en la mesa: Cumpleaños, casamientos, bautizos, y hasta Santorales. ¡Si! Aunque no lo creas. Al menos en los 90’s los onomásticos también eran motivo para saludar al familiar. Se iba a una pastelería para comprar una medio docena de "berlines" (pasteles), se llegaba a la casa con dichos presentes y para “comadrear” un poco en el living. Se comía, se compartía, se conversaba y se reía. Está claro que hoy ya nadie va a visitar un familiar porque esté de “Santo”, eso pasó de moda.
Las famosas "Trenzas" (Pasteles) |
Torta Amor |
Los Casamientos eran cenas de lujo. Si no tenías plata para entrar a una disco, debías esperar que un familiar te invitara a un matrimonio porque eso era “Carrete seguro” (Y gratis, bastaba que te invitaran ¡Y listo!). Entre que debias esperar la ceremonia en que los novios confirman su unión matrimonial ante el cura (en la iglesia), para que todos los 30 o más invitados partieran a la seda o a la casa de la novia. Allí adentro venía el vals de los novios, estos debían oficializar la fiesta partiendo la torta para luego aprovechar lo mejor que se venía. La comida, el trago y el baile. Las fiestas eran de amanecida. ¿Cacharon? Aunque con los últimos casos de VIF ocurridos en este tiempo, es mejor que no hayan mas matrimonios hipócritas. Pero piensen que antes la percepción era de fiesta, jubilo y alegría (Aunque tu no te estabas casando tampoco, eras sólo uno de los 50 invitados trogloditas).
También es cierto que cada quien es dueño de hacer lo que quiera en su propia casa, como también cada cual es dueño de invitar o no a alguien (Siquiera dos horas de café, y plática). Pero si aprecias realmente a una persona, no debieras negarte a la posibilidad de preguntarle si tiene tiempo de venir a verte. Tantos políticos hablan hoy en día sobre la salud mental, pero parte de la solución viene de nosotros mismos también y ya sea en un ámbito individual (Salir a trotar por las mañanas) como familiar (Compartir de forma sencilla un par de horas en algun living).
Si vamos a tomarnos el tiempo de explicar el porque los chilenos estamos un poco mas egoístas a la hora de no querer invitar siquiera un hermano biológico, tengamos algo de empatía. La casa también es el refugio que tiene la persona, por lo que hoy abundan muchos problemas en la mente del ciudadano común. Aunque esto último podría parecer contradictorio, puesto que parte de la calma que la persona en silencio busca….se consigue atrayendo buenas vibras gracias al aprecio, al cariño y al afecto que le tiene ese familiar.
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