Estuvimos a punto de ser una sociedad inclusiva.
Hasta que con el tiempo, los "venecos" ponían su música a todo volumen en el departamento.
¡Hasta ahí se acabó la buena onda!
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Una de las desventajas por vivir en grandes ciudades es el individualismo, donde cada cual vive su metro cuadrado. Mientras en Santiago esto pasa por las exigencias laborales (las cuales debe acatar un trabajador), también por los altos niveles de estrés y hasta por desconfianza con tal de no terminar herido (inseguridad); en Concepción también ocurre por temor aunque agreguemos aquí también el prejuicio de algunos (hay gente discriminadora). Esto se viene viendo en las últimas décadas, sólo que pasado el Terremoto del 2010 ha habido campañas virtuales que motivaban a la gente romper con estos “distanciamientos sociales”. En cierta medida se ha logrado, podíamos decir que entre 2012 y 2019 hubo un florecimiento en los cambios espirituales justo cuando se le requería. Han habido mensajes incitando la tolerancia, el respeto, la inclusión, la solidaridad y la generosidad. Todo eso fue posible gracias a las Redes Sociales que paulatinamente se instalaban con Facebook desde 2008, un espacio que además sirvió de desahogo en un comienzo para quienes han tenido dificultades en la vida.
Pero tras leer comentarios políticos en este último año (2023), con un porcentaje de gente desconociendo las Violaciones a los Derechos Humanos en dictadura, hemos visto algo chocante aunque nunca ajeno a la realidad. Ese sentimiento de poca o nula empatía volvió a los viejos tiempos, y los últimos fenómenos sociales (Como el triunfo del Rechazo en el Plebiscito del 2022) han generado cierto sentimiento de retroceso. Ok, todo se basa en resultados de una mayoría que por cierto fue bastante inesperado para la elite política chilena. ¿Qué nos pasó? ¿Por qué el discurso de la tolerancia, del respeto y de la inclusión no enganchó? Con una premisa bien sencilla podríamos decir, que algunos adherentes del Frente Amplio mostraban varios rasgos totalitarios antes de 2022 y quienes en vez de entender (o dialogar) con personas machistas simplemente lo funaban. Ahí es donde el feminismo “intransigente” ahuyentaba hasta a varias mujeres de su discurso.
Sin embargo, este inédito fenómeno “egoísta” no pasa por ahí. En realidad habrían más explicaciones lógicas de fondo, para entender este fracaso del discurso inclusivo.
En términos concretos, “el pueblo del Rechazo” (Votante de población) es alguien defraudado del sistema política siempre en términos prácticos. Uno de los elementos que habrían generado esta desazón serían los altos índices de delincuencia y seguridad. Existe una percepción de que el discurso inclusivo estaría apuntando a quienes defienden un color político y no necesariamente a todas las personas (en espectro amplio). Hay ciudadanos quienes sin encajar en los estereotipos discriminados (Hombres hetero, cristianos, adultos jovenes, etc) también tienen problemas pero aun no saben a quien acudir. Las instituciones no generan este espacio de desahogo ciudadano para que alguien pueda libremente sugerir ideas, al final los políticos rayan la cancha y eso choca. O bien el comportamiento “chocante” de algunos inmigrantes ha determinado que ese latente sentimiento de acogida se fuera, porque si un venezolano mete ruido en un condominio de Santiago estos no respetan al chileno que le abrió las puertas de su país. El cansancio hace que la empatía se pierda, y con eso el imaginario de la “dictadura” cambia de tono adquiriendo una mejor reputación (Los republicanos dicen que los Derechos Humanos terminaron siendo una traba para "acabar con la delincuencia").
La violencia y la falta de incentivos (plata) desmotivan por completo la empatía. Mientras el ciudadano no sea acogido por el gobierno, aunque sea con sus sugerencias o aportes, siente que no se le devolverá la mano al ejercitar (con otro) alguna vez la humildad.
Ahora, manteniendo la coherencia de la idea, no hay que ser ingenuos tampoco. Cuando en la Araucanía queman mansiones patronales (que según la izquierda serían montajes de Carabineros), o cuando los delincuentes pueden salir todas las noches a meter ruido con los autos, esos hechos reales (por cierto) también son utilizados por la ultraderecha para enlodar al actual gobierno de izquierda. En parte los condoros de Boric (o sus debilidades como gobierno) le han dado en bandeja a los republicanos para que ganaran en las últimas dos elecciones. Esa es una de las cosas que cansan también, ver como la política simplemente recoge los problemas pero no los soluciona. ¿Ejemplo concreto? Acuérdense de las campañas presidenciales de 2009, antes de que Piñera asumiera su primer gobierno. Uno de los elementos que el empresario de pelo canoso usaba para ganar votos, fue ese recordado cartel donde aparece la siguiente “SE LES ACABÓ LA FIESTA” diciendo que con él los delincuentes tendrían un trato estricto al mas puro estilo Nayib Bukele. ¿Diez años después? La inseguridad sigue presente. Bien, ese mismo discurso está usando hoy en día José Antonio Kast. De esto último hay dos interpretaciones, por una parte sigue latente la desconfianza de si Kast realmente perseguirá a los narcos de la pobla (Mas allá de que muchos alardean su nombre en Tik-Tok), y por otra...los republicanos se respaldan entre sí con que ahora se desligaron de la derecha tradicional (“Chile Vamos”: UDI, RN) para ellos encabezar los cambios que mucha gente espera (Basta ver virales de Pedro Pool, Claudia Ormeño o Juanito “El Toker” para notar como siendo todos ellos de la ultra critican a la centro-derecha. Ven a Piñera como traidor, por ceder a la izquierda con el proyecto “Estallido Social”).
Al final los abogados explican la génesis del resentimiento en sus clases de Derecho. Cuando un preso entra a la carcel tiene dos instancias “agresivas” que lo ponen siempre a la defensiva: los gendarmes con garrotes y los compañeros de pabellón en sus ajustes de cuentas. Las condiciones muy infrahumanas no lo dejan aguantar la condena tranquilo (Que es algo lógico. porque las carceles no son hoteles), y eso genera un sentimiento de rabia que le estimula el egoísmo (“Como antes nadie me dio nada, yo con mi esfuerzo he logrado lo que tengo”). Al final la violencia social, más la indiferencia del gobierno de Boric, generan este aparente fracaso de la solidaridad. Quizás las dictaduras acaban mas rapido con los problemas, sacrificando ¡eso sí!, a otros.
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