En una noche cualquiera, Rodrigo (un joven de 22 años) recibía a unos amigos que llegaban a su casa. Están a minutos de hacer un carrete, de amanecida.
Rodrigo (abría la puerta):- Wena hermano, ¿como estamos?
Amigo:- Aquí poh' Rodro...te traje una caja con latas con cerveza.
Rodrigo:- ¡Bacán! Pasa
Mientras el amigo dejaba la caja con latas de cerveza encima de la mesa, el abuelo de Rodrigo (Que es el dueño de casa) se acercaba a los chiquillos.
Tata:- ¿Y a ti quien te dió permiso para hacer fiestas ahora en la noche?
Rodrigo:- Ja ja ja ja, pero tata. Todos los viernes y sábados trasnocho con mis amigos. Ojo que aun falta que lleguen los otros cabros.
Entonces el caballero se enojó.
Tata:- ¡Ya! Dile a tu amigo que pesque sus cagadas de lata y que se mande a cambiar.
Rodrigo:- Pero ¿qué te pasa viejo? ¿que onda?
Tata:- ¿No viste las noticias weón?
Rodrigo:- No, ¿viene terremoto?
Tata:- Dejate de hablar weás hombre!, los sismos nunca se pronostican. Vamos a tener alzas de la luz tonto de mierda, tus weás de fiestas me van a dejar sin monedas en la billetera.
Amigo:- Rodrigo, tu abuelo tiene razón. ¡Se me había olvidado!
Rodrigo:- Ya poh, vamos a la tuya entonces.
Amigo:- Es que....si yo pedí que carretearamos en tu casa....fue porque mi mami también prohibió las fiestas en mi casa. Pero ve el lado bueno, guardemos las latas en tu refri...y la tomamos en Septiembre. Quedan dos meses no más.
Tata:- Tampoco va a poder ser, ya desenchufé el refrigerador. Ahora voy a dormir, ¡buenas noches!
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