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jueves, 16 de septiembre de 2010

Cuando chatear y conocer gente en internet ERA BACÁN

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La meta de conocer una chica o buscar polola en internet
Quinceañero conoció a la mejor amiga del chat
Internet aumentaba usuarios en el año 2002 y muchos se ilusionaban en conocer pareja por los chat. Esta amistad virtual duró un año, y es difícil mantener bonitos lazos.

Eugenio, un joven de Penco, 15 años, de clase media-baja, y sencillo para vivir, tuvo tres veces internet en su casa. La primera vez fue en el año anterior, cuando tenía 14, y esta era su segunda vez. Su mamá lo había desconectado porque al parecer, Eugenio perdía el tiempo en el computador, pero como este entró ahora al liceo volvió a contratar internet.

Navegó, y entró al sitio michat.cl, y buscó contactos por mucho rato, de chica en chica, muchas lo saludaban y se ofrecían, pero siempre había motivo para no seguir. De repente, llegaba uno con el nick-name “Ale_Tierna_17”, lo saludó, y el niño aprovechó la oportunidad. Preguntaron nombres, de donde eran, si pololeaban, su música favorita, la edad, el signo zodiacal, en que curso iban, como eran físicamente, psicológicamente, y hasta si creían en Dios. Eugenio chateaba con Alejandra, de Catemu, localidad de la Quinta Región, y de 17 años.
Días después, Eugenio se sentaba frente al computador durante muchas noches, sólo para chatear con la joven. Mientras permanecía allí se sentía cómodo, contento y motivado, era buen estudiante, y dado su reacción le convenía mantener el lazo con Alejandra porque al día siguiente tendría un alto autoestima. Aunque en un principio no hablaban por teléfono, había cariño en cada palabra, Alejandra decía tener una buena imagen del joven, cada palabra transparente por parte de ella lo ilusionó, creyendo que el día de su primer beso con una niña estaría cerca.
El afecto fue tal, que Alejandra envió postales por los correos Latinmail (el boom cibernético a inicios del 2000), correo a la casa, tarjetas, postales, y hasta una foto de ella, una de las cartas era una hoja de la agenda Pascualina, con autoadhesivos, y escrito con lápiz gel, de color dorado, rozado y lila. Incluso la única tarjeta navideña (en la navidad del 2002) que Eugenio con su mamá recibieron fue de la joven de Catemu, el resto de las tarjetas eran viejas, de años anteriores.
Pero la mamá de Eugenio volvió a desconectar internet, y el chico se mostró agresivo, decepcionado y frustrado. En los meses siguientes siguió manteniendo contacto con Alejandra, pero sólo por llamadas telefónicas de larga distancia, para variar el teléfono era manejado con candado, y no siempre tenía cien pasos para gastar en teléfono público, los cibercafés eran caros en el año 2002. Al año siguiente y en uno de los llamados la joven decía tener pareja, y ese romántico entusiasmo con los años cayó en vano. Nunca más supo de Alejandra, y no besó a ninguna mujer en el pasado 2002.

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