Era verano del año 2019 cuando Sebastián Piñera (En ese entonces Presidente de Chile) llegó a la ciudad de Cúcuta en Colombia, famosa por ser fronteriza con Venezuela.
Al revisar los medios de prensa, y sus respectivos archivos, nos encontramos con el presidente chileno solidarizando con aquellos venezolanos que estaban indignados con las políticas bolivarianas. Curiosamente YouTube no tiene registros de una invitación que Piñera le haría a las personas de dicho país. Sin embargo, diversas columnas de opinión (adherentes a un pensamiento de izquierda) atribuyen al mandatario Piñera su responsabilidad, y con supuestas invitaciones que éste le haría al pueblo venezolano, ofreciendo empleo “a todos”.
También hay otra ambigüedad, considerando que la llegada de inmigrantes venezolanos a Chile ya se venía dando desde el 2010 (Superando los 50 mil en 2016, y los 100 mil al año siguiente). Esto ocurría mucho antes de la llegada de Piñera a Cucuta, considerando que algunos intelectuales lo atribuyen como el gran impulsor de este “éxodo” caribeño. Para el pasado 2022 se dejó un catastro de 420 mil venezolanos en suelo chileno, cuya diferencia no es nada abrumadora comparado con los dos años anteriores (2020).
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Finalmente, este asunto genera discusiones muy densas relacionado con el débil control fronterizo en las aduanas del norte. Ya sea por la eliminación de los campos minados (Que era una manera de prohibir los ingresos ilegales), también por los atajos patéticos donde los extranjeros indocumentados logran cruzar la frontera sin acudir a las aduanas ni tampoco ponerse al día con los papeles (De hecho, hay videos mostrando a una docena de venezolanos saltándose la caseta de inmigración al pasar por el lado, para luego saltar la zanja y con una presencia militar “demasiado blanda”), hasta con buses particulares que transportarían a esta gente desde la frontera hacia Santiago generando sospechas de posible corrupción. Todas estas señales indican que a los "venecos" se los estarían dando en bandeja, y ese sería el método soñado de los mexicanos cuando al intentar pisar suelo de Estados Unidos los de la "migra" gringa son demasiado catetes al cuidar sus fronteras.
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La cosa es que cualquier persona puede hacer las críticas que estime conveniente, y eso está bien en democracia. Pero hay cosas que marean también, porque por una parte intelectuales con pensamiento socialista twitean esto: “Sebastián Piñera promueve la llegada de cientos de miles de inmigrantes, pero además incita la llegada de organizaciones criminales” (Refiriéndose al Tren de Aragua). Fuertes declaraciones, casi como diciendo que el ahora ex mandatario sería el culpable intelectual de la embarrada y el despelote que está ocurriendo ahora en el norte. Ok.
Pero manteniendo una cierta cuota de neutralidad, alguien se atreve a darle contundencia en esa acusación contra el entonces presidente de Chile, con el siguiente comentario (Cita Textual): “En el año 2018 Piñera hizo algo miserable cambiando la cambiando la política de migración y trayendo gente por temas políticos”. De eso surge otra duda, ¿Que relación tendría la disidencia venezolana (o los contrarios a Nicolás Maduro) con el Tren de Aragua? Porque aquí se está mezclando a ciudadanos libres de pensamiento político propio, con delincuentes y narcotraficantes. Recordemos que estos intelectuales atribuyen a Piñera como que estuviera haciendo pacto con bandas de crimen organizado provenientes de Venezuela.
Está interesante el debate de todas maneras, hacen faltas discusiones así y que sean realmente explicativas.
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De todas maneras hace bien estimular la crítica siempre que sea con alturas de mira y fundamento (sobre todo). Uno de los defectos retóricos que vemos en Chile durante las últimas décadas, y aun con el aumento de la “clase media ilustrada” (algo desamparada quizás en lo económico), es todo lo relacionado con la “Espiral del Silencio”, de no quedar mal cuando se opine libremente y de no sentirse libre al desglosar a ambos bandos políticos para encontrar de una vez la verdad. Criticar a un político del bando contrario tiene más de rabia, de pasión (en la cual todos hemos caído alguna vez) que de razón y explicación precisa, en pos de clarificar más estos temas nacionales al ciudadano común de nuestro Chile.
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