Chile vive un momento crítico en 2025, donde la inseguridad, la desconexión entre el pueblo y las élites, y las promesas incumplidas del gobierno de Gabriel Boric configuran un panorama de desencanto. Desde abril de 2023, cuando Boric anunció en cadena nacional la creación de una empresa estatal de litio mientras la delincuencia escalaba, se evidenció un patrón de prioridades cuestionadas. La ciudadanía, que clamaba por soluciones a la violencia y el crimen organizado, percibió esto como una "cortina de humo", un intento de desviar la atención de problemas urgentes. Este caso se entrelaza con la percepción de que el Frente Amplio, surgido en 2017 como una "nueva izquierda" crítica del statu quo, no ha transformado la política como prometió. Casos de corrupción en 2023 entre sus militantes y la falta de avances concretos en seguridad o en las acusaciones conspirativas que antes levantaban contra gobiernos como el de Piñera (2017-2022) refuerzan la idea de "mucho ruido y pocas nueces".
La inseguridad, según la Encuesta Nacional Urbana de Seguridad Ciudadana, afecta al 90,6% de los chilenos, que viven con temor constante. Este clima ha erosionado la confianza en instituciones como Carabineros, donde incidentes como el abuso de un sargento a denunciantes en 2023 reflejan indiferencia o abandono. La propuesta de un toque de queda en la Región Metropolitana, impulsada por la derecha, choca con el temor a un "efecto dominó" que traslade el crimen a regiones como O’Higgins o Concepción. Mientras tanto, la derecha gana terreno con modelos como el de Nayib Bukele, explotando el hartazgo ciudadano dispuesto a sacrificar derechos por orden. Los medios amplifican esta narrativa, mientras la izquierda, al minimizar la crisis, parece desconectada de una realidad que no puede apagarse como un televisor. En este dilema de "costo-ganancia", la nostalgia por la dictadura de Pinochet reaparece en redes sociales, no como un aval a sus crímenes, sino como un eco de la frustración ante una democracia que, aunque perfectible, no responde a tiempo.
La desconexión política agrava este cuadro. El Rechazo de 2022, con un 61,86% de votos, reveló que la ciudadanía no respaldaba cambios radicales impulsados por una Convención Constitucional que ignoró sus demandas. La falta de autocrítica de la izquierda y decisiones impopulares de Boric, como oponerse a nuevos retiros del 10%, han alimentado una rebelión silenciosa contra la élite, donde ni la ultraderecha ni los intentos de revivir el estallido social de 2019 logran canalizar las verdaderas aspiraciones del pueblo. En la serie "Los 80", el personaje de Martín Herrera simboliza esta evolución: de un joven adoctrinado por la dictadura a un reportero que registra el clamor ciudadano. Hoy, en la era digital, plataformas como X son un desahogo para frustrations que no encuentran eco en la política ni en interacciones superficiales en malls o pubs.
Impacto en los ciudadanos comunes: Estas dinámicas perjudican profundamente a la mayoría de los chilenos, que enfrentan precariedades agravadas por la inseguridad y la desconfianza. El temor a la delincuencia limita la libertad cotidiana, desde caminar por la calle hasta denunciar abusos, mientras la desconexión de las élites con las necesidades reales —mejor salud, empleo, seguridad— perpetúa un ciclo de estrés y aislamiento. La falta de respuestas efectivas del gobierno y la corrupción institucional erosionan la esperanza, dejando a familias trabajadoras, como la que compra pan en la esquina, sintiéndose abandonadas. La salud mental se resiente, con centros de atención insuficientes y una vida urbana que prioriza el consumo sobre el bienestar emocional, profundizando la sensación de vacío.
Soluciones desde el gobierno o empresarios: El gobierno podría abordar estas problemáticas priorizando la seguridad con políticas concretas: fortalecer a Carabineros con capacitación ética y recursos, implementar tecnología para prevenir el crimen y coordinar con regiones para evitar el "efecto dominó". En paralelo, podría impulsar espacios como el Parque Ecuador en Concepción o Alto Peñaflor en San Rosendo como modelos de bienestar, con inversión en accesibilidad y programas de salud mental basados en la naturaleza y la comunidad. Los empresarios, por su parte, podrían financiar mejoras en infraestructura pública —como skateparks o galerías culturales— y apoyar iniciativas de turismo rural, generando empleo y cohesión social. Estas acciones, alineadas con las demandas ciudadanas, podrían reducir la brecha entre poder y pueblo, ofreciendo soluciones tangibles frente al desencanto.
Resumen: Chile en 2025 enfrenta una crisis multifacética: la inseguridad desborda las calles, la desconfianza hacia Carabineros y la clase política crece, y las promesas de cambio de Boric se diluyen entre cortinas de humo como el litio y silencios ante problemas urgentes. El Rechazo de 2022 y la nostalgia por el orden dictatorial reflejan un pueblo desconectado de sus líderes, que busca en redes sociales un desahogo ante la falta de escucha. Esto agrava las precariedades diarias, desde el temor al crimen hasta el aislamiento emocional, pero el gobierno y los empresarios podrían revertirlo con foco en seguridad, bienestar y espacios comunitarios. En esta encrucijada, Chile oscila entre la imperfección democrática y el riesgo de soluciones drásticas, un desafío que exige acción más allá de las palabras.
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