viernes, 26 de diciembre de 2025

El estruendo de la impunidad: Cuando la autoridad se vuelve un muro ante el clamor ciudadano

Esta es la voz de la calle. Cuando una persona da a conocer su inquietud por 
Redes Sociales (Incluso contando con el apoyo de muchos vecinos). Pero es muy triste
a la vez, notar como los espacios municipales en internet operan prácticamente COMO MUROS 
sin acoger este tipo de reclamos. En consecuencia de que son los políticos
LOS QUE TOMAN LAS DECISIONES EN ESTE PAÍS.
Del horizonte compartido a la explosión en la esquina: 

Cómo la pirotecnia pasó de ser un espectáculo municipal de alegría colectiva a una invasiva dinámica casera que se toma los barrios con violencia y descontrol

En los últimos años, el cielo de nuestras comunas ha dejado de ser un espacio de asombro para convertirse en el escenario de una crisis de convivencia que genera una impotencia profunda. Basta asomarse a grupos de Facebook —auténticos cabildos digitales gestionados por vecinos— como "Feria de las Pulgas Penco, Lirquén...", para leer denuncias que se repiten con amargura desde 2020. Allí, ciudadanos cuestionan el afán de particulares por lanzar fuegos artificiales, denunciando el impacto devastador en mascotas y, con urgencia ética, en niños y adultos con Trastorno del Espectro Autista (TEA). El sentimiento general es de una resignación dolorosa; la mayoría apoya el reclamo, pero la autoridad parece refugiarse en un sinfín de excusas para no controlar una actividad que, por ley, es ilegal para cualquier particular. Mientras la ciudadanía clama por empatía, los responsables de la seguridad y el orden parecen mirar hacia otro lado.                                                                                            





Para entender este malestar, hay que mirar el contraste histórico. Antes de 2010, la pirotecnia era sinónimo de alegría colectiva, con espectáculos sofisticados y centralizados en puntos fijos. Hoy, esa mística ha sido reemplazada por una dinámica agresiva y "casera". En las últimas esperas de año nuevo (2024, 2025), el estruendo ya no viene del horizonte, sino de múltiples esquinas y pasajes, con un calibre que iguala a los antiguos shows oficiales pero con la violencia de la cercanía. Para este 2026, la restricción es casi total: solo Chiguayante mantendrá la pirotecnia autorizada, mientras Concepción opta por un recital diurno. El caso de Penco es ilustrativo: el municipio ha dejado de lado los grandes eventos en la playa, una decisión que se acata, pero que parece haber detonado una "manía de la contradicción" en ciertos vecinos que, ante la falta de show oficial, deciden montar sus propios espectáculos informales fuera de sus hogares, imponiendo su ruido sobre el descanso ajeno. 

Lo que verdaderamente indigna es la nula voluntad política para enfrentar estas incivilidades. Existe un vacío de declaraciones oficiales por parte de los alcaldes, especialmente preocupante en aquellos "nuevos ediles" que asumieron tras las municipales de 2024 con promesas de seguridad. Si estos líderes —muchos de ellos con discursos de mano dura— evaden pronunciarse, caen en un populismo vacío. Esta desidia se extiende a las playas, donde el consumo de alcohol y los parlantes a todo volumen parecen zonas liberadas de la ley. Se suele culpar a la "falta de dotación", pero surge una hipocresía evidente: se ven radiopatrullas deambulando en las madrugadas más pasivas de la semana (lunes a las 3 AM), pero brillan por su ausencia los viernes y sábados, cuando el flujo de autos y ruidos molestos es crítico. ¿Por qué el Plan Cuadrante parece activarse solo cuando la calle está tranquila y no cuando el desorden es la norma? Los alcaldes tienen la facultad de exigir mayor control, pero prefieren el silencio.                                                



Incluso en la era de las infografías institucionales (por Redes Sociales), Carabineros de Chile no orienta sobre cómo denunciar ruidos molestos o pirotecnia, un fenómeno que ya no es exclusivo del Año Nuevo, sino que ocurre hasta dos veces por mes. Recordamos con amargura la Navidad de 2020, cuando en pleno Toque de Queda, el país se llenó de estruendos coordinados durante horas sin intervención alguna. Hoy, esa práctica se ha normalizado incluso en Navidad o días corrientes del año, bajo sospechas de motivos concretos que muchos vecinos prefieren no nombrar por temor a represalias. Ante esto, el ciudadano choca contra un "murallón": respuestas nulas de los Community Managers municipales, silencio absoluto de los concejales y ausencia de llamados institucionales de los alcaldes. Da pena ver cómo una queja legítima y apoyada por miles no encuentra eco en quienes toman las decisiones, dejando a los vecinos empatizando entre ellos, pero desprotegidos por quienes juraron servirlos.

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